¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?
Ningún hombre es una isla, completa en sí misma;
cada hombre es un trozo del continente, una parte del todo;
si el mar se lleva un pedazo de tierra,
toda Europa quedaría disminuida,
del mismo modo que si se llevase un promontorio,
o una finca de tus amigos o la tuya propia;
la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque formo parte de la humanidad;
así pues, no envíes nunca a preguntar por quién doblan las campanas;
doblan por ti.
John Donne - "Meditación XVII"
No hay comentarios:
Publicar un comentario