Cada vez que entro en el Dojo voy a recibir la misma lección, del mismo curso, del mismo grado.
debo ser el mas tonto de la clase, otros van pasando, iluminándose, progresando, cada vez más sabios, más bodisatvas, más monjes que yo.
hoy aqui, ennegrecido por el humo de los miles de inciensos quemados a mi lado, surgiendo de mi primer zazen, atado a mis primeras dudas adolescentes para no desviarme, para no errar, siguiendo el camino que no conduce a ninguna parte.
siempre entrando con el pie izquierdo, con mi gasho infinito, concentrado en el gesto para que no sea automático, maquinal. siempre la misma postura una y otra vez hasta el final de mis dias y mis noches, concentrado para que sea una postura nacida de las entrañas y no una pose para la foto.
otros comprenden, yo no comprendo nada, veinte años de zazen y sigo tonto como el primer dia, en un pasmo constante ante ese torbellino cambiante a la que llaman vida.
Sho Gu
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