"El Zen vivo es el atajo más directo para alcanzar la iluminación sin realizar esfuerzo alguno donde quiera que te encuentres"
Maestro Ying-an
El Zen no nos habla de una libertad remota sino, por el contrario, de una libertad que se halla plenamente inmersa en el mundo. Su práctica no requiere ningún requisito especial sino que puede ser llevada a cabo de manera directa y natural en medio de nuestras actividades y ocupaciones cotidianas. Como dijo Dahui, otro gran maestro chino:
"Para alcanzar la iluminación no es necesario abandonar la familia, dejar el trabajo, hacerse vegetariano, convertirse en un asceta o retirarse a un lugar solitario".
No obstante, la libertad del Zen, aunque pueda manifestarse en este mundo, no pertenece a él. No se trata del mismo tipo de libertad que pueda instaurar o garantizar un determinado sistema político o social. Una libertad otorgada puede también ser abolida y el Zen, en cambio, aspira a una libertad que no puede ser revocada ni arrebatada, a una libertad que no puede ser impuesta desde el exterior, sino que brota de lo más profundo de nuestro ser.
Del libro: La Esencia del Zen, Thomas Cleary
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