“El espejo carece absolutamente de ego y preocupaciones. Llega una flor: el espejo refleja una flor; llega un pájaro y él lo refleja. Muestra que un objeto bello es bello y que un objeto feo es feo. Todo se revela tal cual es. No hay una mente que lo desencamine, ni una conciencia propia por parte del espejo. Si algo llega a él, es reflejado; si desaparece, el espejo lo deja desaparecer... no queda huella alguna tras él. Un desprendimiento tal, este estado de ‘no mente’, esta auténtica faena libre del espejo, se asemeja a la sabiduría pura y lúcida del Buddha.”
El Zen y los Pájaros del Deseo
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