Hay cuatro cosas de las cuales dependen la mayoría de los hombres, que todos codician: larga vida, fama, rango y honores, dinero y bienes.
El continuo deseo de estas cuatro cosas es el motivo principal de que los hombres teman al Demonio, de que se teman unos a otros, de que sientan angustia ante los poderosos y temor al castigo. Sobre este cuádruple temor y dependencia se asienta todo Estado.
Los hombres que sucumben a estas cuatro apetencias viven como insensatos. Les es indiferente que se les mate o se les perdone la vida: ¡el destino les viene impuesto a estos hombres desde fuera!
Pero a quien ama su destino y se sabe identificado con él, ¿qué le importa una vida larga, la fama, el rango o la riqueza?
Los hombres de esta clase llevan la paz dentro de sí. Nada en el mundo puede amenazarlos, nada puede serles enemigo. Llevan el destino en su interior.
Yang Tschou
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