domingo, 17 de febrero de 2013

El bambú aguanta el peso




Los enebros del templo han estado en pie durante muchos años, e incontables visitantes han descansado a su sombra. Ahora están envejeciendo. Sus pesadas ramas empiezan a debilitarse y a romperse.

Cerca, un roble enorme yace en el suelo: un siglo de crecimiento desarraigado en un momento, como una rama. Tras los árboles se alzan los altos bambúes. Como si fueran grullas, se aguantan inmóviles. Una pierna delgada las sostiene imperturbables entre la hierba y el cielo abierto. A principios de la primavera, el sol se filtra entre sus delgadas hojas verdes. Los jóvenes retoños se estiran hacia el brillo del sol. Sus padres se balancean bajo la luz del sol por encima de ellos.

El sonido del viento llega desde el bosque. Como si se tratara de un millar de manos ondulando al viento, las hojas de todas las cañas giran lentamente.

Por debajo de los retoños inclinados, el tallo del bambú está ligeramente curvado. Toma la fuerza de todos los elementos: resistente, arraigado, tranquilo. Al contrario que los árboles que se rompen y caen, su tallo es solo un hueco, nada más. Su fuerza reside en su vacío.


Extraído del libro Chi Kung - El Camino de la Energía, de Lam Kam Chuen


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