martes, 18 de marzo de 2014

Clarice Lispector




Una deuda pendiente es leer a esta mujer. De nuevo, leí cosas sueltas pero me encanta lo que dice. Este verano tuve un par de libros en mis manos, a punto de comprarlos, solo que ya tenía muchos en la lista y tuve que dejarlos. Ahora están en los primeros puestos de la próxima lista. 
Algunas frases...

Y fue tan cuerpo que fue puro espíritu.

Lo indecible me será dado solamente a través del lenguaje.

Al final, ¿Qué importa más: vivir o saber que se está viviendo?

Escribir es tratar de entender, es tratar de reproducir lo irreproducible.

Yo misma puedo morir de ser ante mí. La soledad está mezclada en mi esencia.

Comprende la vida porque no es suficientemente inteligente para no comprender.

Elegir la propia máscara es el primer gesto voluntario humano. Y es solitario.

La perfección de Dios se prueba más con la imposibilidad del milagro que en su posibilidad.

Tengo que buscar la base del egoísmo: todo lo que no soy no me puede interesar, es imposible ser algo que no se es.

Es casi imposible evitar que el exceso de amor haga que uno actué como tonto. Sólo el tonto puede amar demasiado.

Un día será el mundo con su impersonalidad soberbia contra mi extrema individualidad de persona, pero seremos uno solo.

La vida es para ser vivida intensamente como el amor, que tiene que ser experimentado hasta la última gota sin ningún temor.

Toda comprensión intensa es finalmente la revelación de una profunda incomprensión. Todo momento de hallar es un perderse a uno mismo.

Cuando de noche él me llame, atrayéndome al infierno, iré. Desciendo como un gato por los tejados. Nadie sabe, nadie ve.

Más allá de la oreja existe un sonido, la extremidad de la mirada un aspecto, las puntas de los dedos un objeto: es allí a donde voy.

Siento una claridad tan grande que me anula como persona común y corriente. Es una lucidez vacía, ¿Cómo explicarlo? , algo así como un cálculo matemático perfecto que, sin embargo, no se necesita. Y no entiendo aquello que entiendo.

Escribo porque me resulta un placer que no puedo traducir. No soy pretenciosa. Escribo para mí, para sentir mi alma hablando y cantando, a veces llorando...

Echar de menos es un poco como el hambre. Sólo se pasa cuando se come la presencia. Pero, a veces, el echar de menos es tan profundo que la presencia es poco: se quiere absorber a la otra persona entera. Esa gana de ser el otro para una unificación entera es uno de los sentimientos más urgentes que se tiene en vida.



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