lunes, 31 de diciembre de 2018

Nuevo año...




Previsión para Dragones en el 2019. Hex 27, 

...llega el tiempo de las Mandíbulas. Acéptalo. No tengas miedo. Mandíbula significa alimentarse. Mandíbulas significa modificar la fuente de alimentación.

Mandíbulas, Yi: fauces, boca; fuente de alimentación; aceptar, tragar, digerir; dar de comer, sustentar, alimentar, apoyar, criar; lo que sale y entra de la boca. El ideograma muestra una boca abierta.

Mandíbulas. Pronóstico: el camino está abierto.
Observas las mandíbulas.
Buscas el origen
de lo que realmente llena la boca.

La manera de encarar la situación es ser consciente de dónde y cómo te alimentas y alimentas a los demás.

Considera seriamente y con profundidad qué es lo que alimenta a la gente y qué lo que te alimenta a ti. Piensa acerca de lo que das y de lo que pides. Busca la fuente de lo que entra y lo que sale de la boca, porque ahí está la respuesta a tu pregunta.


"Dios surge en el signo de Lo Suscitativo." Cuando con la primavera se agitan nuevamente las energías vitales, vuelven a engendrarse todas las cosas "Él consuma en el signo del Aquietamiento." Así, a comienzos de la primavera, cuando las semillas caen hacia la tierra, todas las cosas se tornan cabales. Esto da la imagen de La Nutrición expresada en el movimiento y la quietud. El noble toma esto por modelo en lo relativo a la alimentación y al cultivo del carácter. Las palabras son un movimiento que va desde adentro hacia afuera. El comer y el beber son el movimiento que va desde afuera hacia adentro. Las dos modalidades del movimiento han de moderarse mediante la quietud, el silencio. Así el silencio hace que las palabras que salen de la boca no sobrepasen la justa medida y que tampoco sobrepase la justa medida el alimento que entra por la boca. De este modo se cultiva, el carácter.



lunes, 24 de diciembre de 2018

Navidad




Desde antes de mi recuerdo de la Tradicional Festividad, siempre sentí un vago recelo en la época navideña, una amargura en mis labios. He aquí algo muy hermoso pero no del todo auténtico, algo universalmente aceptado y respetado, pero que sin embargo me inspiraba una secreta desconfianza.

Y ahora que llega la cuarta Navidad en tiempo de guerra, no puedo quitarme esa amargura que siento en la boca. Ciertamente voy a celebrar la Navidad, porque tengo hijos y no los voy a privar de la celebración; pero la festejaré con el mismo espíritu con que lo hacemos con los prisioneros de guerra, como un gesto oficial, una concesión a lo tradicional, una brizna de sentimentalismo. Durante los tres años pasados hemos tratado a estos infortunados prisioneros de guerra como endurecidos criminales, y ahora les entregamos unos paquetes y cajas bonitas con recortes de ramitas verdes. Esto es conmovedor y a veces yo mismo me siento afectado. Imagino la sensación del prisionero que recibe un pequeño regalo, la nube de recuerdos que vienen a su mente al ver la ramita verde. Sin embargo, en el fondo esto también es sentimentalismo.

Todo el año mantenemos a los prisioneros confinados, aunque no han hecho nada sino dejarse sorprender por el enemigo, y luego en Navidad visitamos a estos cientos de miles o millones de prisioneros con tiernos obsequios y les recordamos la fiesta del amor. Ésta es la forma en que tratamos a nuestros hijos. Una vez al año los invitamos a participar en la legendaria festividad del amor divino; durante una noche, bajo el árbol de Navidad nos manifestamos atentos y amorosos con ellos, mientras que todo el resto del año los tenemos sujetos y a raya.

Cuando un prisionero de guerra me arroja a la cara el regalo de Navidad que le llevo y pisotea la ramita verde, tiene toda la razón de hacerlo. Y cuando nuestros hijos no están del todo capacitados para creer en nuestra emoción, en nuestra beatitud en presencia del divino Infante, y nos consideran un poco hipócritas y ridículos, también ellos tienen razón. Con excepción de unas cuantas gentes sinceramente religiosas, nuestras Navidades han sido desde hace tiempo simples gestos sentimentales. O peor aún, una oportunidad para hacer campañas publicitarias, un campo para empresas deshonestas, para fabricar licores.

¿Por qué? Porque para todos nosotros, la Navidad, la festividad del amor infantil, ha cesado de ser la expresión de un sentimiento sincero. Se ha convertido en todo lo contrario, en un sustituto del sentimiento, en una pobre imitación. Una vez al año nos comportamos como si diéramos gran importancia a los sentimientos nobles, como si nos alegráramos al gastar dinero por la festividad. En realidad, nuestra emotividad pasajera ante la belleza de tales sentimientos puede ser muy intensa; mientras más grande y genuina, mayor grado de sentimentalismo. Esto último representa nuestra actitud típica hacia la Navidad y hacia otras ocasiones aisladas en las que los vestigios cristianos todavía entran en nuestras vidas. Nuestro sentimiento en esas ocasiones es: ¡La idea del amor es algo magnífico! ¡Cuán verdadero es que sólo el amor nos puede redimir! ¡Y qué lástima que por nuestras circunstancias se nos permita el lujo de este noble sentimiento solamente una vez al año, porque nuestros negocios y otras preocupaciones de importancia nos apartan de la celebración durante todo el resto del año! Esta sensación tiene todos los visos del sentimentalismo. Porque es sentimental consolarnos con manifestaciones internas que no tomamos en serio al grado de hacer sacrificios por ellas y llevarlas a la práctica.


Cuando los sacerdotes y la gente piadosa se queja porque la fe se ha perdido en el mundo y la felicidad con ella, tienen razón. Nuestra actitud hacia todos los valores genuinamente humanos es más bárbara y falta de sensibilidad de todo aquello que el mundo ha visto durante siglos. Esto es patente en nuestra actitud religiosa, hacia el arte y en nuestro propio arte. Porque la opinión, tan ampliamente esparcida, que la Europa moderna se ha elevado a una altura sin precedente en el arte, o en la «cultura», también es una invención de nuestros cultos filistinos.

El hombre «culto» de hoy en día asume una actitud característica hacia las enseñanzas de Jesús: durante todo el año no les concede la menor atención, pero en la noche de Navidad se deja llevar por una vaga y melancólica memoria infantil, y se mece en un mar de sentimientos piadosos y mansos una o dos veces al año, por ejemplo, cuando escucha la Pasión según San Mateo y se inclina humildemente al mundo secreto y poderoso, pero inquietante, que ha olvidado hace mucho tiempo.

Todo el mundo lo reconoce, todos lo saben, y todos saben también que esto es muy triste. Se nos dice que los sucesos políticos y económicos son los culpables o el Estado o el militarismo, etc., etc. Porque hay que culpar a algo. Ninguna nación «quería la guerra», así como ningún país quería el día de catorce horas de trabajo, la escasez de habitaciones o el alto índice de la mortalidad infantil.

Antes de celebrar otra Navidad, antes de tratar otra vez de aplacar nuestro eterno y genuino anhelo a base de un sentimiento masivo de imitación, debemos enfrentarnos a nuestra desgraciada situación. Ninguna idea o principio es culpable por nuestra desdicha, por la nulidad, vulgaridad y vacío de nuestras vidas, por la guerra, el hambre y todo lo demás que es maligno y deprimente; nosotros somos los culpables. Y es solamente a través de nosotros mismos, a base de nuestra perspicacia y voluntad, que se puede lograr el cambio.

No importa que volvamos a las enseñanzas de Jesucristo y las volvamos a adoptar, o que busquemos otras formas. Por la forma en que afectan las enseñanzas de Jesús, de Lao-Tzu, de los Vedas y de Goethe, todas llegan a lo íntimo del corazón humano. No hay sino una sola doctrina. Una sola religión. Hay sólo una felicidad. Existen miles de formas, miles de heraldos, pero hay solamente una voz. La voz de Dios no viene del Sinaí, la voz no viene de la Biblia. La esencia del amor, belleza y santidad no reside en el cristianismo o en la antigüedad, o en Goethe o Tolstói, reside en nosotros, en cada uno de nosotros. Ésta es la eterna y única doctrina, una sola verdad eterna. Es la doctrina del «Reino de los Cielos» que llevamos en lo íntimo de nuestro ser.

¡Encended las velas del árbol de Navidad para los niños! ¡Dejadlos que canten villancicos! ¡Pero no os engañéis, no os conforméis, año tras año, con el mezquino, patético sentimiento que manifestáis al celebrar las festividades! ¡Exigid algo más de vosotros mismos! El amor y el gozo y esa cosa misteriosa que llamamos «felicidad» no está aquí ni allá, está solamente dentro de nosotros mismos.

Hermann Hesse - Diciembre de 1917



domingo, 23 de diciembre de 2018

Esperar lo inesperado




“Si uno no lo espera, no podrá encontrar lo inesperado; no puede ser rastreado y ningun camino nos lleva hacia él.”

Heraclito


Leído en:
http://hermanocerdo.com/2012/03/como-construir-un-universo-que-no-se-derrumbe-en-dos-dias/

Absoluta verdad




“Aun si un hombre tiene la oportunidad de decir la absoluta verdad, él no la sabrá; todas las cosas están envueltas en apariencias” 

Xenofanes


Leído en:
http://hermanocerdo.com/2012/03/como-construir-un-universo-que-no-se-derrumbe-en-dos-dias/

viernes, 21 de diciembre de 2018

Error...




Mi error, sin embargo, debía ser el camino de una verdad: pues sólo cuando me equivoco salgo de lo que conozco y de lo que entiendo. Si la "verdad" fuese aquello que puedo entender, terminaría siendo sólo una verdad pequeña, de mi tamaño.

Clarice Lispector



domingo, 16 de diciembre de 2018

Atman




El discípulo fue a visitar a su Maestro para preguntarle qué era el Atman? El Maestro le respondió:
-Es todo.

El discípulo insistió:
-¿Es entonces el elefante del Maharajá?

-Sí -dijo el Maestro-; el Atman eres tú, pero también lo es el elefante del Maharajá.

El discípulo partió muy contento. En su camino se encontró con el elefante del Maharajá. No se apartó de su ruta, pensando: 'Si yo soy el Atman y el elefante también lo es, me reconocerá'. Aun cuando el conductor del elefante le gritó para que se apartase, él no lo hizo y el elefante le dio un golpe con su trompa arrojándole a varios metros de distancia. 
Todo magullado fue a presentarse al día siguiente a su Maestro para decirle:
-Tu me afirmaste que elefante y yo éramos el Atman, y mira lo que me ha hecho.

El Maestro, sin perder la calma, le preguntó:
-¿Y qué te dijo el conductor del elefante?

-Que me hiciera a un lado -respondió el discípulo.

-Debiste hacer eso -dijo el Maestro-, pues el guía del elefante también es el Atman...



La Vida




“La vida te desilusiona para que dejes de vivir de ilusiones y veas la realidad. La vida te destruye todo lo superfluo, hasta que queda solo lo importante. La vida no te deja en paz, para que dejes de pelearte y aceptes todo lo que “Es”. La vida te retira lo que tienes, hasta que dejas de quejarte y agradeces. La vida te envía personas conflictivas para que sanes y dejes de reflejar afuera lo que tienes adentro.
La vida deja que te caigas una y otra vez, hasta que te decides a aprender la lección. La vida te saca del camino y te presenta encrucijadas, hasta que dejas de querer controlar y fluyes como rio. La vida te pone enemigos en el camino, hasta que dejas de “reaccionar”. La vida te asusta y sobresalta todas las veces que sean necesarias, hasta que pierdes el miedo y recobras tu fe. 
La vida te quita el amor verdadero, no te lo concede ni permite, hasta que dejas de intentar comprarlo con baratijas. 
La vida te aleja de las personas que amas, hasta que comprendes que no somos este cuerpo, sino el alma que él contiene. La vida se ríe de ti tantas veces, hasta que dejas de tomarte todo tan en serio y te ríes de ti mismo. La vida te rompe y te quiebra en tantas partes como sean necesarias para que por allí penetre la luz. 
La vida te enfrenta con rebeldes, hasta que dejas de tratar de controlar. La vida te repite el mismo mensaje, incluso con gritos y bofetadas, hasta que por fin escuchas. La vida te envía rayos y tormentas, para que despiertes. La vida te humilla y derrota una y otra vez hasta que decides dejar morir tu EGO. La vida te niega los bienes y la grandeza hasta que dejas de querer bienes y grandeza y comienzas a servir. La vida te corta las alas y te poda las raíces, hasta que no necesitas ni alas ni raíces, sino solo desaparecer en las formas y volar desde el Ser. La vida te niega los milagros, hasta que comprendes que todo es un milagro. La vida te acorta el tiempo, para que te apures en aprender a vivir. La vida te ridiculiza hasta que te vuelves nada, hasta que te haces nadie, y así te conviertes en todo. 
La vida no te da lo que quieres, sino lo que necesitas para evolucionar. La vida te lastima, te hiere, te atormenta, hasta que dejas tus caprichos y berrinches y agradeces respirar. La vida te oculta los tesoros, hasta que emprendes el viaje, hasta que sales a buscarlos.La vida te niega a Dios, hasta que lo ves en todos y en todo.La vida te acorta, te poda, te quita, te rompe, te desilusiona, te agrieta, te rompe … hasta que solo en ti queda AMOR.

Bert Hellinger

Mirilla sin mar




La lucidez es un don y es un castigo, está todo en la palabra, lúcido viene de Lucifer, el arcángel rebelde, el demonio. Pero también se llama Lucifer el lucero del alba, la primera estrella, la más brillante, la última en apagarse. Lúcido viene de Lucifer, y Lucifer viene de Lux y de Fergus que quiere decir el que tiene luz, el que genera luz, el que trae la luz que permite la visión interior, el bien y el mal, todo junto. El placer y el dolor. La lucidez es dolor y el único placer que uno puede conocer, lo único que se parecerá remotamente a la alegría, será el placer de ser consciente de la propia lucidez, el silencio de la comprensión, el silencio del mero estar, en esto se van los años, en esto se fue la bella alegría animal.

Alejandra Pizarnik


viernes, 14 de diciembre de 2018

Me gustaría leer




Me gustaría leer
uno de los poemas
que me arrastraron a la poesía.
No recuerdo ni una sola línea,
ni siquiera sé dónde buscar.
Lo mismo
me ha pasado con el dinero,
las mujeres y las charlas a última hora de la tarde.
Dónde están los poemas
que me alejaron
de todo lo que amaba
para llegar a donde estoy
desnudo con la idea de encontrarte.

Leonard Cohen


El Otro...




El otro que lleva mi nombre
ha comenzado a desconocerme.
Se despierta donde yo me duermo,
me duplica la persuasión de estar ausente,
ocupa mi lugar como si el otro fuera yo,
me copia en las vidrieras que no amo,
me agudiza las cuencas desistidas,
descoloca los signos que nos unen
y visita sin mí las otras versiones de la noche.

Imitando su ejemplo,
ahora empiezo yo a desconocerme.
Tal vez no exista otra manera
de comenzar a conocernos.

Roberto Juarroz



martes, 11 de diciembre de 2018

Quitarse de en medio




La verdadera perfección parece imperfecta,
mas es perfecta en ella misma.
La verdadera plenitud parece vacía,
mas su presencia es plena.

La verdadera rectitud parece torcida.
La verdadera sabiduría parece estupidez.
El verdadero arte parece casual.

El Maestro permite que las cosas sucedan.
Se amolda a los eventos tal cual llegan.
Se quita de en medio
y deja que el Tao hable por sí mismo.


Lao Tse - Tao Te King , Capítulo 45


Los Napoleones del fin de semana

  Hay un brillo inquietante en sus ojos cuando acuden cada sábado a la cita. Llegan uno tras otro, casi furtivamente, con sus cajas y reglam...