domingo, 27 de diciembre de 2015

¿Qué es querer?




Nos reímos de quien sale a la puerta de su casa en el momento en que asoma el sol por el horizonte, y dice: «Quiero que salga el sol»; y del que, al no poder parar una rueda, exclama: «Quiero que ruede»; y del que es derribado en un combate y dice: «Estoy en el suelo porque quiero». Pero —bromas aparte— ¿hacemos algo distinto de lo que hacen estos hombres cuando empleamos la palabra «quiero».?

Friedrich Nietzsche - Aurora, Libro Segundo, aforismo 124


¿Qué es el prójimo?




¿Cuáles son los límites de nuestro prójimo, esto es, aquello en virtud de lo cual nos deja, por así decirlo, su huella? Todo lo que entendemos del prójimo son los cambios que, en virtud suya, se operan en nuestra persona; lo que sabemos de él es como un molde vacío. Le atribuimos los sentimientos que sus actos provocan en nosotros y le conferimos así el reflejo de una realidad falsa. Lo concebimos de acuerdo con el conocimiento que tenemos de nosotros mismos, haciendo de él un satélite de nuestro propio sistema, y cuando se ilumina o cuando se oscurece para nosotros, somos nosotros la causa última de ello, aunque supongamos todo lo contrario. ¡En qué mundo de fantasmas vivimos!: un mundo invertido y vacío, al que, sin embargo, vemos, como en un sueño, del derecho y lleno.

Friedrich Nietzsche - Aurora, Libro Segundo, aforismo 118


martes, 22 de diciembre de 2015

domingo, 20 de diciembre de 2015

Ein Brief




Carta de un joven

Admirada y distinguida señora:
Me ha invitado usted a que le escriba. Ha pensado que, para un joven con dotes literarias tenía que ser delicioso poder escribir cartas a una dama hermosa y celebrada. Tiene usted razón, es delicioso.
Además,usted ha observado que soy capaz de escribir mucho mejor que de hablar. Así pues, escribo. Para mi es la única posibilidad de darle a usted un pequeño gusto, y desearía mucho conseguirlo. Porque yo la amo, distinguida señora. ¡Permitame que entre en detalles! Es necesario, porque de lo contrario me interpretaría usted mal, y también es justo, porque esta carta será la única que voy a dirigirle. Pero, basta ya de introducciones.

Cuando tenía dieciséis años, veía con una tristeza singular, y tal vez precoz, cómo se hacían extrañas y se perdían las alegrías de la infancia. Veía a mi hermanito construir canales de arena, arrojar lanzas y cazar mariposas, y le envidiaba el placer que sentía y cuya apasionada intimidad recordaba aún tan bien. Lo había perdido, no sabía cuándo ni cómo, y en su lugar aparecieron la insatisfacción y la nostalgia, porque aún no podía compartir adecuadamente los goces de los adultos.
Con impetuosa diligencia, pero sin constancia, me dedicaba tan pronto a la historia como a las ciencias. Me pasaba una semana entera, día tras día, hasta muy entrada la noche, confeccionando preparados botánicos, y luego, durante otras dos semanas, no hacía otra cosa que leer a Goethe. Me sentía solitario y apartado contra mi voluntad de todo contacto con la vida, y procuraba llenar el vacío existente entre la vida y yo de un modo instintivo, a base de aprender cosas, de conocer y de saber. Por primera vez conocí nuestro jardín como una parte de la ciudad y del valle, el valle como un corte en la montaña, la montaña como un sector claramente delimitado de la superficie terrestre.
Por primera vez contemplaba las estrellas como cuerpos del universo, las formas de las montañas como productos surgidos inevitablemente de las fuerzas terrestres y por primera vez comprendí la historia de los pueblos como una parte de la historia de la tierra. Por entonces no podía aún expresar todo aquello ni darle nombre, pero ya lo llevaba dentro y vivía en mi interior.
En una palabra, por aquel entonces empecé a pensar. Es decir, reconocí que mi vida era algo condicionado y limitado, y por ello despertó en mi el deseo que los niños aún desconocen, el deseo de hacer de mi vida algo que fuese lo mejor y lo más hermoso posible. Probablemente todos los jóvenes experimentan algo semejante, pero yo lo cuento como si se tratase de una experiencia eminentemente individual, puesto que lo era para mí.
Insatisfecho y consumido por el anhelo de lo inalcanzable, viví unos cuantos meses llenos de actividad, pero también de inestabilidad, en pleno ardor, pero también con una gran necesidad de calidez. Entretanto, la naturaleza era más inteligente que yo y resolvía el enojoso enigma de mi situación. Un día me enamoré y, de improviso, recobré todos los contactos con la vida, de un modo más intenso y vario que nunca.
Desde entonces he tenido horas y días mucho más grandes y deliciosos, pero jamás he vuelto a vivir aquellos meses y semanas en los que me llenaba y me daba calor un sentimiento que fluía sin cesar. No le contaré a usted la historia de mi primer amor, porque nada hay en ella que interese, y las circunstancias externas podían haber sido muy otras. Pero sí que intentaré describirle un poco de mi vida de entonces, aunque sé que no voy a conseguirlo. La búsqueda precipitada tocó a su fin. De pronto, me vi inmerso en el mundo viviente y me sentí atado a la tierra y a los seres humanos por millares de hilos. Mis sentidos parecían diferentes, más agudos y despiertos. En especial los ojos. Miraba las cosas de un modo completamente distinto a como lo hacía antes. Las veía más claras y multicolores, como un artista; me daba gozo la mera contemplación.
El huerto de mi padre se hallaba en todo su esplendor estival. Había matas floridas y árboles con toda la fronda espesa de la estación veraniega, recortada en el cielo profundo. La hiedra se encaramaba por el alto muro de contención, y encima se levantaba la montaña de rocas rojizas y bosques de abetos, entre negros y azules. Yo me detenía a contemplarlos y me emocionaba que cada detalle fuese tan milagrosamente bello y vivo, coloreado y radiante. Algunas flores se mecían en sus tallos con tanta dulzura, y nos miraban desde sus pintados cálices con una delicadeza y una intimidad tan conmovedoras, que yo me enamoraba de ellas y gozaba de sus encantos como del canto de un poeta. También muchos sonidos, que antes se me escapaban, me atraían ahora y me hablaban y me daban que pensar: el sonido del viento entre los abetos y la hierba, el canto de los grillos en los prados, los truenos de la lejana tormenta, el rumor del río en la esclusa y las múltiples voces de los pájaros. Al caer la tarde, veía y oía los enjambres de moscas a la dorada luz tardía, y escuchaba las ranas del estanque. Mil cosas insignificantes se volvieron súbitamente amables e importantes para mí, y me afectaban como experiencias. Por ejemplo, cuando, por la mañana, regaba para pasar el tiempo unos cuantos bancales del huerto, y la tierra y las raíces se bebían el agua con tanta avidez y agradecimiento. O bien observaba una pequeña mariposa azul que oscilaba como embriagada a la luz resplandeciente del mediodía. O contemplaba como se abría una rosa joven. O por la noche, desde la canoa,  dejaba colgar la mano sobre el agua y sentía entre los dedos la dulce y tibia corriente del río.
Mientras me estuvo atormentando el sufrimiento de un primer amor desconcertado y sin guía, y mientras me movían la miseria incomprendida, la nostalgia, la esperanza y la decepción diarias, no había ni un solo momento en que no fuese feliz en el fondo de mi corazón, a pesar de la melancolía y de la angustia amorosa. Todo cuanto me rodeaba me resultaba amable y tenía algo que decirme, no había nada muerto ni vacío en el mundo. Nunca más me han abandonado del todo aquellas sensaciones, pero jamás han regresado a mí con tanta intensidad ni con tanta insistencia. Y la posibilidad de volverlas a experimentar, de hacerlas mías, de retenerlas, constituye la idea que hoy tengo de la felicidad.
¿Desea usted seguir escuchando? Desde entonces hasta el día de hoy, he estado siempre enamorado. De todas las cosas conocidas, nada me pareció tan noble y fogoso y arrebatador como el amor de las mujeres. No siempre tuve relaciones con mujeres o con muchachas, ni tampoco amé siempre de un modo consciente a una mujer determinada, pero mis pensamientos se hallaban constantemente ocupados de un modo u otro con el amor, y mi adoración de lo bello era de hecho un culto incesante a las mujeres.
No voy a contarle historias de amor. Una vez tuve una amante, durante unos meses, y ocasionalmente recogí al pasar algún beso y alguna mirada, y alguna noche de amor,casi sin querer; pero cuando amaba de verdad siempre se trataba de un amor desgraciado. Y cuando lo recuerdo con precisión, veo que las cuitas de un amor sin esperanza, el miedo y la vacilación, y las noches de insomnio, son algo mucho más hermoso que todos los pequeños éxitos y lances afortunados.
¿Sabe que estoy muy enamorado de usted, querida señora? Va a hacer un año que la conozco, aunque solo cuatro veces he entrado en su casa. Cuando la vi por primera vez, llevaba usted un broche con un lirio florentino sobre una blusa azul celeste. Una vez, en la estación, vi que tomaba usted el tren de París. Tenía usted un billete para Estrasburgo. Entonces aún no me conocía.
Después fui a su casa con mi amigo; entonces ya estaba enamorado de usted. Usted no lo notó hasta mi tercera visita, durante aquella velada con música de Schubert. O así me lo pareció. Primero bromeó sobre mi seriedad, luego sobre mis líricas expresiones, y al decirnos adiós, estuvo usted bondadosa y un poco maternal. Y la última vez, tras darme su dirección de verano,me permitió que la escribiera. Y hoy lo he hecho, tras pensarlo mucho.
¿Cómo hallar ahora una conclusión para esta carta? Ya le he dicho que esta primera carta mía será también la última. Acepte usted mis confesiones, tal vez algo ridículas, como lo único que puedo ofrecerle y lo único que me permite mostrarle que la amo y que le tengo un alto aprecio. Cuando pienso en usted y me confieso que he representado muy mal el papel de enamorado, no dejo de sentir algo del maravilloso estado que le he descrito. Es ya de noche; los grillos siguen cantando bajo mi ventana, en la húmeda hierba del huerto, y hay muchas cosas que vuelven a ser como las de aquel verano legendario. Tal vez, pienso, me será dado poseer otra vez todas esas cosas y vivirlas de nuevo, si permanezco fiel al sentimiento que me ha inducido a escribir esta carta. Quiero renunciar a todo aquello que, para la mayoría de los jóvenes, sigue al enamoramiento, a lo que yo mismo he conocido con una frecuencia más que suficiente: al juego, entre auténtico y artificioso, de las miradas y de los gestos, a la mezquina utilización de un estado de ánimo y de una oportunidad, al contacto de los pies bajo la mesa y al uso abusivo de un beso en la mano.
No acierto a expresar correctamente lo que pienso. Puede que, a pesar de todo, usted me comprenda. Si es como a mí me gusta imaginarla, puede usted reírse sinceramente de mi confuso escrito, sin menospreciarme por ello. Es posible que algún día también a mí me haga reír; hoy no puedo, ni tampoco lo deseo.
Su rendido admirador, que la adora.

(Escrito en 1906, publicado por "Simplicissimus", 11, 1906-1907, con el título "Ein Brief")

Hermann Hesse


viernes, 4 de diciembre de 2015

Mente de principiante




Cada vez que entro en el Dojo voy a recibir la misma lección, del mismo curso, del mismo grado.
debo ser el mas tonto de la clase, otros van pasando, iluminándose, progresando, cada vez más sabios, más bodisatvas, más monjes que yo.

hoy aqui, ennegrecido por el humo de los miles de inciensos quemados a mi lado, surgiendo de mi primer zazen, atado a mis primeras dudas adolescentes para no desviarme, para no errar, siguiendo el camino que no conduce a ninguna parte.

siempre entrando con el pie izquierdo, con mi gasho infinito, concentrado en el gesto para que no sea automático, maquinal. siempre la misma postura una y otra vez hasta el final de mis dias y mis noches, concentrado para que sea una postura nacida de las entrañas y no una pose para la foto.

otros comprenden, yo no comprendo nada, veinte años de zazen y sigo tonto como el primer dia, en un pasmo constante ante ese torbellino cambiante a la que llaman vida.

Sho Gu


martes, 1 de diciembre de 2015

Esto también pasara




Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte: 
-Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total...

Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada. El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:

-No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje –el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey-. Pero no lo leas –le dijo- mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación-

Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino...

De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía “ESTO TAMBIÉN PASARA”.

Mientras leía “esto también pasará” sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos.

El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy orgulloso de sí mismo. El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo: -Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.

-¿Qué quieres decir? –Preguntó el rey-. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.

-Escucha –dijo el anciano-: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero. El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasará”, y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo:

-Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas...

Leído en:


https://www.facebook.com/zen.cuentos.koans.gnosis/?fref=nf


Aristocracia




"La única aristocracia es nunca tocar. No acercarse. Allí donde haya “ocasión de…”, se colocará la estatua de la renuncia. No toquemos la vida ni con la punta de los dedos. No amemos ni con el pensamiento. Ganamos aquello de lo que abdicamos. Poseer es perder".

Fernando Pessoa

Autor de la imagen:
http://jobeja.blogspot.com.ar/

Daños colaterales




"... hoy en día experimentamos lo que podríamos llamar una "ley de los retornos decrecientes". Cada vez, por ejemplo, queremos desplazarnos más deprisa y por ello nos esforzamos en reducir la distancia que hay entre el lugar en el que estamos y el lugar al que queremos llegar. Pero ese intento acaba provocando un par de efectos que no deberíamos soslayar. En primer lugar, todos los lugares conectados por los viajes de avión a reacción tienden a uniformarse. Cuanto más deprisa vamos desde Los Ángeles hasta Hawái, más se asemeja Hawái a Los Ángeles. Por ello, precisamente, los turistas suelen preguntar: "¿Todavía sigue siendo virgen?" queriendo decir con ello: "¿Sigue valiendo la pena viajar o nos encontraremos allí como si estuviéramos en casa?"
Y si empezamos a considerar -en segundo lugar- nuestros objetivos vitales como si de destinos se tratara, es decir, como puntos a los que debemos llegar, esa actitud acaba socavando la importancia de cualquier punto intermedio. Y esto es como si, en lugar de darle un plátano entero, solo le diese los dos extremos, lo que, sin duda, resulta bastante menos satisfactorio. Pero eso es precisamente lo que ocurre cuando, en nuestro empeño por hacer del mundo un lugar más cómodo para vivir, nos enfrentamos a nuestro medio ambiente y nos esforzamos en acabar con las limitaciones impuestas por el tiempo y el espacio."

Alan Watts - Qué es el Tao


miércoles, 11 de noviembre de 2015

Sin hablar





"Sin hablar, 
sin pensar,
iré por los senderos:
pero el amor sin límites
me crecerá en el alma."


Arthur Rimbaud


lunes, 9 de noviembre de 2015

Hacia dónde vas?




"Nosotros no iremos hacia el pueblo, porque ya somos pueblo y todo lo demás en inexistente. Iremos, en todo caso, hacia el hombre. Porque el obstáculo, la corteza que debemos romper es la soledad del hombre, la nuestra y la de los demás. Toda la nueva leyenda, todo el nuevo estilo reside en eso, y entraña nuestra felicidad".

Cesare Pavese


Solo ante la página




"Incluso un libro en chino está hecho para ti. Se trata siempre de aprender las palabras de un hombre. Todos los libros que valen están escritos en chino, y no siempre hay un traductor. Llega el momento en que estás solo ante la página, así como estaba solo el que la escribió".

Cesare Pavese


Un problema




"Todo el problema de la vida es éste: cómo romper la propia soledad, cómo comunicarse con otros"

Cesare Pavese


domingo, 1 de noviembre de 2015

A una mujer




No hay que llorar porque las plantas crecen en tu balcón,
no hay que estar triste
si una vez más la rubia carrera de las nubes te reitera lo inmóvil,
ese permanecer en tanta fuga. Porque la nube estará ahí,
constante en su inconstancia cuando tú, cuando yo
-pero por qué nombrar el polvo y la ceniza.
Sí, nos equivocábamos creyendo que el paso por el día
era lo efímero, el agua que resbala por las hojas hasta hundirse en la tierra.


Sólo dura la efímero, esa estúpida planta que ignora la tortuga,
esa blanda tortuga que tantea en la eternidad con ojos huecos,
y el sonido sin música, la palabra sin canto, la cópula sin grito de agonía,
las torres del maíz, los ciegos montes.
Nosotros, maniatados a una conciencia que es el tiempo,
no nos movemos del terror y la delicia,
y sus verdugos delicadamente nos arrancan los párpados
para dejarnos ver sin tregua cómo crecen las plantas del balcón,
cómo corren las nubes al futuro.

¿Qué quiere decir esto? Nada, una taza de té.
No hay drama en el murmullo, y tú eres la silueta de papel
que las tijeras van salvando de lo informe: oh vanidad de creer
que se nace o se muere,
cuando lo único real es el hueco que queda en el papel,
el golem que nos sigue sollozando en sueños y en olvido.

Julio Cortázar


domingo, 25 de octubre de 2015

Después




‘Luego de haber cortado todos
los brazos que se tendían hacia mí;
luego de haber tapiado
todas las ventanas y puertas;
luego de haber inundado
con agua envenenada los fosos;
luego de haber edificado mi casa en la roca
de un No inaccesible a los halagos y al miedo;
luego de haberme cortado la lengua
y luego de haberla devorado;
luego de haber arrojado puñados de silencio
y monosílabos de desprecio a mis amores;
luego de haber olvidado mi nombre
y el nombre de mi lugar natal
y el nombre de mi estirpe;
luego de haberme juzgado
y haberme sentenciado
a perpetua espera y a soledad perpetua,
oí, contra las piedras de mi calabozo de silogismos,
la embestida húmeda, tierna, insistente,
de la primavera.’

Octavio Paz


jueves, 22 de octubre de 2015

Para qué sirve la filosofía




"Cuando alguien pregunta para qué sirve la filosofía, la respuesta debe ser agresiva ya que la pregunta se tiene por irónica y mordaz.
La filosofía no sirve al Estado, ni a la Iglesia, que tienen otras preocupaciones. No sirve a ningún poder establecido. La filosofía sirve para entristecer. Una filosofía que no entristece o no contraría a nadie no es una filosofía. Sirve para detestar la estupidez, hace de la estupidez una cosa vergonzosa. Sólo tiene un uso: denunciar la bajeza en todas sus formas. ¿Existe alguna disciplina, fuera de la de filosofía, que se proponga la crítica de todas las mixtificaciones, sea cual sea su origen y su fin? Denunciar todas las ficciones sin las que las fuerzas reactivas no podrían prevalecer. Denunciar en la mixtificación esta mezcla de bajeza y estupidez que forma también la asombrosa complicidad de las victimas y de los autores. En fin, hacer del pensamiento algo agresivo, activo, afirmativo. Hacer hombres libres, es decir, hombres que no confunden los fines de la cultura con el provecho del Estado, la moral, y la religión. Combatir el resentimiento, la mala conciencia, que ocupan el lugar del pensamiento. Vencer lo negativo y sus falsos prestigios. ¿Quien, a  excepción de la filosofía, se interesa por todo esto?. La filosofía como crítica nos dice lo más positivo de sí misma: empresa de desmitificación. Y, a este respecto, que nadie se atreva a proclamar el fracaso de la filosofía. Por muy grandes que sean la estupidez y la bajeza serían aún mayores si no subsistiera un poco de filosofía que, en cada época, les impide ir todo lo lejos que quisieran...pero ¿quién a excepción de la filosofía se lo prohibe?"

Gilles Deleuze


miércoles, 21 de octubre de 2015

Haz lo que sea para que no parezca amor




Haz que no parezca Amor.
Que es lo que se lleva ahora.
Duelen tantas tripas en nombre de la libertad.
Tú dices libre y yo digo cobarde.
Cobarde todo aquel que no es capaz de comprometerse con el instante.
Cobarde todo aquel que no esté presente cuando el otro está desnudo y vulnerable.
Cobarde todo aquel que puso un límite desde el principio.
Yo es que no quiero nada serio.
Como si no fuera lo suficientemente serio estar dentro físicamente de otro ser humano.
Yo es que no creo en las etiquetas.
Como si ponerle nombre a las cosas fuera algo malo.
Yo es que busco pasar el rato.
Como si la vida fuera para siempre.
Hay algo tan neurótico en nuestra manera actual de relacionarnos.
Tan irrespetuoso con la vida. Tan impaciente.
Y queremos más: más picante, más gorda, más grandes, más altos, más guapas, más fuertes, más delgadas.
Nos aburrimos porque no nos soportamos a nosotros mismos.
Porque no queremos que nadie nos conozca.
Porque es más sencillo empezar de nuevo cada poco vendiendo nuestra mejor cara.
Porque es mucho más sencillo follar que limpiar lo follado.
Porque tenemos miedo a que en el fondo seamos un auténtico fraude.
A que cuando el otro arañe un poco vea que no hay nada.
Nada serio.
Y aquí seguimos rascando, cambiando cromos repetidos, poniéndonos ropa interior cara para que otros se limpien los pies al entrar.
Haciendo del Amor una servidumbre de paso.
¿No sientes a veces que tú vales más que todo eso que haces?
Que tú eres un jodido milagro.
Con tus ojos que todavía pueden ver.
Con tu pies moviéndose para llevarte al lugar que quieras.
Con tu boca capaz de dar las gracias.
Con tu piel ocupando una plaza en el mundo.
¿No sientes a veces que tú te mereces más que lo poco que te dan?
Dos besos mal pegados.
Tres minutos entre las piernas.
Cinco embestidas.
Y un WhatsApp: No me agobies.
Lo más triste es que esta sociedad ha conseguido invertir los papeles.
Ahora si dices que sientes algo, estás loco.
Es muy pronto. Muy arriesgado. Poco inteligente.
Dime tú, cómo lo haces para no sentir algo cuando lo haces.
¿Cómo se finge la vida?
Cómo se hace para que nunca parezca Amor.
Y que simplemente parezca un accidente.


Roy Galán


martes, 20 de octubre de 2015

¿Y si un trozo de madera descubre que es un violín?




Atribuído a Arthur Rimbaud

¿Y si un trozo de madera descubre que es un violín?

Que cegado por el miedo,
no escuchaba su música interior.
¿No merece el empeño de ser tallado?
¿No debe ser moldeado
y encontrar así su propia felicidad?


O debe pasar su vida apilado en un pilón,
esperando con sus compañeros ser quemado,
por el fuego del tiempo...

¿No es la vida ilusión?
¿No es la vida oportunidad?
O sólo la conformidad de muchos.
El desencanto de regirnos por los ejemplos
de lo ya vivido.

Pobre trozo de madera.
En triste día descubre que es un violín.
Ahora duda su suerte.
Se cuestiona su existencia.
Se exige un sueño.

El invierno se acerca.
El fuego lo espera.
Sino se decide, formará parte él.

¿Y si lo intenta y fracasa?
Nunca sonará bien.

Pero al menos podrá decir.
Que fue violín
Y no leño, de un fuego
Que no era eterno.



Para vivir un gran amor




Para vivir un gran amor
de Vinicius de Moraes

Para vivir un gran amor se necesita 
mucha concentración y mucho tino, 
mucha seriedad y poca risa... 
para vivir un gran amor.

Para vivir un gran amor es menester
ser hombre de una sola mujer;
pues serlo de muchas, pucha !
es cosa fácil... no tiene ningún mérito.

Para vivir un gran amor, primero es preciso
consagrarse caballero 
y entregarse a su dama por entero, 
sea como fuere. Hay que convertir 
el cuerpo en una morada donde 
se enclaustre a la mujer amada, y luego
apostarse afuera con una espada...
para vivir un gran amor.

Para vivir un gran amor es urgente,
descartarse al máximo de la gente,
pues en general la gente envidia
el amor profundamente.
Hay que cortar con grupos y boites,
pasar de largo ante los café-societies
y de todas sus tristes marionetas...
para vivir un gran amor.

Para vivir un gran amor, les digo, 
se necesita mucha atención con el "mejor amigo", 
que por andar solo se les puede pegar 
hasta frustrar el gran amor.
Se necesita muchísimo cuidado 
con aquellos que no estén apasionados,
pues quien no lo está se halla siempre 
dispuesto a perturbar el gran amor.

Para vivir un gran amor, en realidad,
hay que compenetrarse de la certidumbre
de que no existe amor sin fidelidad...
para vivir un gran amor. Pues quien traiciona
su amor por vanidad desconoce la libertad,
esa inmensa, innombrable libertad 
que supone un solo amor.

Para vivir un gran amor, se necesita además
de ser fiel, ser buen conocedor del
yudo y del arte culinario...
para vivir un gran amor.

Para vivir un gran amor perfecto
no basta ser apenas buen sujeto;
es necesario también tener grandes
pectorales, pectorales de remero.
Es preciso mirar siempre a la persona amada 
como a la primer enamorada 
y a su propia viuda también, 
ya amortajada en su amor muerto.

Es muy necesario haber previsto
un crédito de rosas del florista... 
mayor, mucho mayor que el de la modista !!
para complacer al gran amor.
Pues lo único que el gran amor quiere
es amor, amor, sin medida;
además un tutuzinho con panceta 
hace ganar puntos...

Se ganan puntos sabiendo preparar cositas:
huevos fritos, camarones, sopitas, salsas,
strogonoffs; comiditas para después del amor.
¿Y qué mejor que ir a la cocina
y preparar con amor una gallina
con una rica y sabrosa
farofinha para su gran amor?

Para vivir un gran amor es muy, 
muy importante vivir siempre juntos
y hasta ser, en lo posible, un solo difunto, 
para no morir de dolor.
Es necesario cuidar permanentemente, 
no sólo el cuerpo sino también la mente,
pues la amada acusa cualquier mezquindad 
y el amor se enfría un poco.
Hay que ser cortés sin cortesía;
dulce y conciliador sin cobardía;
saber ganar dinero con poesía...
para vivir un gran amor.

Es necesario saber tomar whisky,
no arriesgarse nunca con el mal bebedor!!
y ser impermeable a las habladurías,
con las que el amor, no quiere saber nada.

Pero todo esto no sirve de nada
si en esta oscura y alocada selva
no se supiere hallar a la bien-amada...
para vivir un gran amor.



lunes, 19 de octubre de 2015

La fe de los desesperados




No quiero tenerte porque en mi ser todo estará terminado. Sólo quiero que surjas en mí como la fe en los desesperados, para que yo pueda llevar una gota de rocío en esta tierra maldita que se quedó en mi carne como un estigma del pasado.

Vinicius


domingo, 11 de octubre de 2015

Sufrimiento y división




La carne contra la carne produce un perfume, pero el roce de las palabras no engendra sino sufrimiento y división.

Anais Nin


Insomnio




No me dormiré, no me dormiré en toda la noche, veré la primera raya del alba en esa ventana de tantos insomnios, sabré que nada ha cambiado.

Julio Cortázar - Modelo para armar


Inútil




Pensar era inútil como desesperarse por recordar un sueño del que sólo se alcanzan las últimas hilachas al abrir los ojos.

Julio Cortázar - Modelo para armar


domingo, 4 de octubre de 2015

Abdicar



Abdicar: repartir  mi amor para los dos.


Me gustó esta definición de Abdicar, que hoy leí en una publicación en una red social. Es certera y sintética.
Primero, en el tiempo, en las prioridades, está el amor propio, un amor que no acepta ser repartido con nada ni nadie. Todo se hace por amor a uno mismo (¿es necesario decir que hablo por mi?). Todo se construye con esas reglas, somos el centro de un mundo que es explicado bajo esas condiciones. Cada búsqueda, cada verdad alcanzada, cada certeza, lo es a partir del amor a uno mismo... hasta que llega alguien que te obliga a descentrar esa mirada. De pronto alguien fuera de uno reclama que ese amor sea repartido. No es una elección, es un estallido, un impulso tan fuerte que no espera respuesta de nuestra parte y no puede ser racionalizado con las antiguas reglas. Nuestro mundo se trastoca violentamente... Alain Badiou dice:


"El amor es una insurrección que te arranca de tu condición de existencia ordinaria y te saca de la experiencia individual, porque ves el mundo a dos, en lugar de a uno. Es salir del individuo."

"El amor saca a la luz lo que es una diferencia. En el amor aceptamos ponernos de a dos para explorar no ya lo que creían los románticos, es decir, la fusión, sino lo que es aceptar la diferencia del otro, aceptarla apasionadamente."

Es así!! Ese mundo construido desde la individualidad salta hecho pedazos y, de pronto, alguien afuera importa tanto o más que uno mismo. De pronto sentimos que ese alguien afuera nos reclama para completar un conocimiento que, presentimos, no puede ser construido en soledad.
Otra vez Badiou dice:

"Es importante que un filósofo recuerde las infinitas oportunidades de la vida en que él es como cualquier otro. Si las olvida, la tradición teatral, en especial la comedia, se las recordará de manera tal vez algo brutal.
Existe, en efecto, un tipo bien definido sobre las tablas: El del filósofo enamorado, en quien toda la sabiduría estoica, toda la desconfianza argumentada respecto de las pasiones se pulverizan porque una mujer radiante acaba de entrar en el salón y él ha sido fulminado para siempre."

Alain Badiou , Elogio del amor

Si busco Abdicar en el diccionario, encuentro lo siguiente:

"Renunciar [un rey o un papa] a su cargo honorífico y de autoridad, y cedérselo a otra persona."

Antes de que se nos presente el amor somos ese Rey o ese Papa, con todo el poder concentrado en nuestra individualidad, innegociable, inexpugnable.

Por eso me gustó la definición "Abdicar: repartir  mi amor para los dos", es simple pero hermosamente cierta, cuando se nos presenta el amor abdicamos nuestra poderosa individualidad en favor del ser amado.



viernes, 2 de octubre de 2015

Tiempo




El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrastra, pero yo soy el río, es un tigre que me devora, pero yo soy el tigre, es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego.

Jorge Luis Borges


domingo, 27 de septiembre de 2015

San Francisco de Asis




Desde tiempos remotos han vivido ocasionalmente sobre la tierra grandes y maravillosas personalidades, que no se empeñaron en hacerse fama mediante extraordinarios hechos puntuales o a través de obras poéticas y de libros. Sin embargo estos espíritus tuvieron una inmensa influencia sobre pueblos y épocas enteras; todos los conocían, hablaban de ellos con fervor y deseaban saber más sobre sus personas. Su nombre y alguna noticia de su existencia estuvieron así en boca de todos, y tampoco con el correr de los siglos llegaron nunca a perderse, pese al ir y venir y a la mutación de los tiempos. Pues aquellas personas así labradas no ejercían su influjo a través de obras o discursos o artes dispersas, sino meramente porque toda su vida parecía haber nacido de un único gran espíritu propio y se desplegaba ante la vista de todos como una luminosa y divina imagen y ejemplo.
Estos seres ejemplares,aún cuando no hayan realizado ni una sola gran obra visible, se adueñaron y conquistaron los corazones de manera inolvidable por medio de sus vidas, pues guiaron la totalidad de su quehacer y de su existencia a partir de un único espíritu superior, del mismo modo que un arquitecto y artista lleva infaliblemente a cabo una catedral o un palacio, no según sus correspondientes caprichos o vacilantes humores, sino siguiendo un pensamiento claro y un vívido plan. Todas ellas fueron almas fogosas y potentes, consumidas por una fuerte sed de infinito y eternidad que no les concedía descanso ni bienestar hasta que no reconocieron, por fuerza de las costumbres y los modos de sus días y de sus contemporáneos,una ley eterna según la cual regir sus acciones y esperanzas...
En aquel tiempo lejano, al que denominamos aevum medium o Medioevo, se fueron alzando entre los espíritus y los pueblos fuerzas colosalmente hostiles, y los países se hallaban atravesados por los temblores y los gemidos de las penurias bélicas y las grandes batallas. Sangrienta discordia ardía entre los reyes y los Papas, las ciudades combatían a los gobernantes, la nobleza y la plebe se hallaban aquí y allí en amarga querella. Y la Iglesia romana,como patrona del mundo, estaba más afanosamente ocupada en armamentos, alianzas y nunciaturas, excomuniones y castigos, que en la paz de las almas. Entre los angustiados pueblos surgió una profunda escasez. En varios lugares aparecieron nuevos maestros y comunidades, que hacían frente a las duras persecuciones de la Iglesia sin importarles su propia vida; otros siguieron en masa las violentas campañas hacia la tierra prometida. En ninguna parte había una guía o una seguridad, y la impresión era que el occidente y corazón de la Tierra, pese a su brillo exterior, estaba cerca de desangrarse.
Entonces sucedió que en Umbría, un joven desconocido, presa de dilemas morales y con una profunda humildad, decidió en su fuero interior, de modo ingenuo y desinteresado, ser con su vida un modesto y fiel discípulo del Redentor. Los feligreses lo siguieron, al principio dos y tres, luego cientos, más tarde muchos miles, y de ése humilde hombre de Umbría partió una luz de vida y una fuente de renovación y amor sobre la Tierra, de la que un rayo brilla aún en nuestros días.
Era él Giovanni Bernardone, llamado San Francisco de Asís, un soñador, héroe y poeta. De él se ha conservado un solo rezo o canción, pero en lugar de palabras y versos escritos nos ha legado el recuerdo de su vida sencilla y pura, que se ubica en belleza y silenciosa grandeza muy por encima de muchas obras poéticas. Por eso es que quien cuente su vida no precisa más palabras o reflexiones, de las que entonces yo me abstengo ahora con alegría.

Hermann Hesse - San Francisco de Asís


viernes, 25 de septiembre de 2015

Desobediente




“El amor no obedece a nuestras esperanzas, su misterio es puro y absoluto.”

Los Puentes de Madison


Estar




Vigilas desde este cuarto
donde la sombra temible es la tuya. 

No hay silencio aquí
sino frases que evitas oír.

Signos en los muros
narran la bella lejanía.

(Haz que no muera
sin volver a verte)

Alejandra Pizarnik


miércoles, 23 de septiembre de 2015

Habla el alma




Habla el alma que hay en mi
La que ríe la que espera
La que se ira cuando muera
O me canse de vivir

Habla el alma que hay en mi
La que mira desde adentro
La que sabe cuando miento
Cuando sufro , y cuando soy feliz

Habla el cuerpo que hay en mi
El que sufre los errores
El que bajara escalones
Si no creo en lo que soy

Habla el alma que hay en mi
La que le enseña a mi cuerpo
A alejarse del infierno
Acercándome al amor

Y habla el tiempo que hubo en mi
Buenos y malos momentos
El que me encontró sereno
Componiendo esta canción

Alejandro Lerner


lunes, 14 de septiembre de 2015

Como si fueramos inmortales




Todos sabemos que nada ni nadie
habrá de ahorrarnos el final
sin embargo hay que vivir
como si fuesemos inmortales.

Sabemos que los caballos y los perros
tienen las patas sobre la tierra
pero no es descabellado que en una nochebuena
se lancen a volar.

Sabemos que en una esquina no rosada
aguarda el ultimátum de la envidia
pero en definitiva será el tiempo
el que diga dónde es dónde
y quién es quién.

Sabemos que tras cada victoria el enemigo regresa
buscando más triunfos
y que volveremos a ser inexorablemente derrotados
vale decir que venceremos.

Sabemos que el odio viene lleno de imposturas
pero que las va a perder antes del diluvio 
o después del carnaval
sabemos que el hambre está desnuda
desde hace siglos
pero también que los saciados
responderán por los hambrientos.

Sabemos que la melancolía es un resplandor
y solo eso
pero a los melancólicos nadie les quita lo bailado
sabemos que los bondadosos instalan cerrojos de seguridad
pero la bondad suele escaparse por los tejados
sabemos que los decididores 
deciden como locos o miserables
y que mañana o pasado alguien decidirá que no decidan.

Sintetizando:
Todos sabemos que nada ni nadie
habrá de ahorrarnos el final
pero así y todo
hay que vivir
como si fuéramos inmortales!!!

Mario Benedetti


miércoles, 9 de septiembre de 2015

Juicio Final




El día del Juicio Final, Dios juzga a todos y a cada uno de los hombres.
Cuando llama a Manuel Cruz, le dice:

- Hombre de poca fe. No creíste en mí. Por eso no entrarás en el Paraíso.
- Oh Señor --contesta Cruz--, es verdad que mi fe no ha sido mucha. Nunca he creído en vos, pero siempre te he imaginado.
Tras escucharlo, Dios responde:
- Bien, hijo mío, entrarás en el cielo; mas no tendrás nunca la certeza de hallarte en él.


Jorge Luis Borges - Adolfo Bioy Casares, en "Cuentos Breves y Extraordinarios"


domingo, 16 de agosto de 2015

No me despido




Sigo escribiendo del adiós y no me despido; bebo la sangre vieja del recuerdo y sé que no leerás mi propia sangre que ya navega por los mares que van a dar a otros mares, que no son los del morir, que no son mares, sino palabras adentro de un espejo.

Diarios - Alejandra Pizarnik


martes, 4 de agosto de 2015

Selfie 2


Me encanta! Este blog es un poco eso, tantos escritos, tan diversos y hasta contradictorios son eso, una imagen, un borrador de lo que creo ser. Una lectura de lo que mueve mi alma y mi corazón... algunas veces, muy pocas, mi razón.



lunes, 3 de agosto de 2015

Chau número tres




Te dejo con tu vida 
tu trabajo 
tu gente 
con tus puestas de sol 
y tus amaneceres 
sembrando tu confianza 
te dejo junto al mundo 
derrotando imposibles 
seguro sin seguro 
te dejo frente al mar 
descifrándote a solas 
sin mi pregunta a ciegas 
sin mi respuesta rota 
te dejo sin mis dudas 
pobres y malheridas 
sin mis inmadureces 
sin mi veteranía 
pero tampoco creas 
a pie juntillas todo 
no creas nunca creas 
este falso abandono 
estaré donde menos 
lo esperes 
por ejemplo 
en un árbol añoso 
de oscuros cabeceos 
estaré en un lejano 
horizonte sin horas 
en la huella del tacto 
en tu sombra y mi sombra 
estaré repartido 
en cuatro o cinco pibes 
de esos que vos mirás 
y enseguida te siguen 
y ojalá pueda estar 
de tu sueño en la red 
esperando tus ojos 
y mirándote.

Mario Benedetti


Tao Te King - Capítulo 1

Versión de Richard Wilhelm


I

El sentido que puede expresarse
no es el SENTIDO eterno.
El nombre que puede pronunciarse
no es el nombre eterno.
El No-ser es el comienzo de Cielo y Tierra.
y el Ser, la Madre de los seres individuales.
El camino del No-ser
lleva a contemplar la maravillosa esencia,
el del Ser,
a contemplar los espacios limitados.
Originalmente, los dos son uno,
su única diferencia radica en el nombre.
La unidad de ambos se denomina misterio.
El enigma más profundo del misterio
es la puerta por donde entran todas las maravillas.


Richard Wilhelm agrega, en su versión con comentarios del Tao Te King:

Lao Tse parte de la Unidad, en eso es un monista decidido (todo el pensamiento chino, dicho sea de paso, es, en el fondo, monista, a pesar de la preeminente doctrina de las fuerzas duales, las cuales se limitan a actuar en el mundo manifestado). La Unidad es el punto más alto que puede alcanzar el pensamiento, es el misterio de misterios, la puerta por donde surgen todas las energías... Dentro de la Unidad se encuentran incluidos todos los contrarios, aún sin separar. Ella es lo que se suele llamar el No-comienzo, que se sitúa antes del comienzo original. El Uno, como tesis, genera al Dos, la antítesis (los pares opuestos de Luz y Oscuridad, Masculino y Femenino, Positivo y Negativo, etc.), y de este par de opuestos nace como tercer elemento el mundo visible.


sábado, 1 de agosto de 2015

Honrado




"¿De qué puede hablar con máximo placer un hombre honrado? Respuesta: de sí mismo. Voy a hablar, pues, de mí".

Fiódor Dostoievsky - Notas desde el subterráneo


lunes, 27 de julio de 2015

Gigantes tenues




Yo digo que mis ávidos amores
son fuertes y viven mas que yo
son gigantes tenues como flores
que alientan a este turbio corazón...

Jorge Fandermole



sábado, 25 de julio de 2015

Hablen, tienen tres minutos




Hablen, tiene tres minutos 
De vuelta del paseo 
donde junté una florecita para tenerte entre mis dedos un momento, 
y bebí una botellas de Beaujolais, para bajar al pozo 
donde bailaba un oso luna, 
en la penumbra dorada de la lámpara cuelgo mi piel 
y sé que estaré solo en la ciudad 
más poblada del mundo. 
Excusarás este balance histérico, entre fuga a la rata y queja de morfina, 
teniendo en cuenta que hace frío, llueve sobre mi taza de café, 
y en cada medialuna la humedad alisa sus patitas de esponja. 
Máxime sabiendo 
que pienso en ti obstinadamente, como una ciega máquina, 
como la cifra que repite interminablemente el gongo de la fiebre 
el loco que cobija su paloma en la mano, acariciándola hora a hora 
hasta mezclar los dedos y las plumas en una sola miga de ternura. 
Creo que sospecharás esto que ocurre, 
como yo te presiento a la distancia en tu ciudad, 
volviendo del paseo donde quizá juntases 
la misma florecita, un poco por botánica, 
un poco porque aquí, 
porque es preciso 
que no estemos tan solos, que nos demos 
un pétalo, aunque sea un pasito, una pelusa.

Julio Cortázar


viernes, 24 de julio de 2015

Precaución de los espíritus libres




Las personas de mentalidad liberal, que únicamente vivan para el conocimiento [...] buscan sumergirse con toda la fuerza acumulada, y por así decir, con los pulmones llenos de aire, en el elemento del conocimiento. Pueden así tener la esperanza de bucear hondo y ver también el fondo bien. El también conoce los días laborables de falta de libertad, de dependencia, de servidumbre. Pero de vez en cuando debe llegar un domingo de libertad, de lo contrario no aguantará la vida. Probablemente su amor a los hombres será precavido y un tanto de corto aliento, pues sólo se compromete con el mundo de las inclinaciones y de la ceguera en la medida en que es necesario al fin del conocimiento. Debe confiar en que el genio de la justicia diga algo en favor de su discípulo y protegido si voces acusadoras le tildan de pobre en amor. Hay en su modo de vivir y de pensar un heroísmo refinado que desdeña ofrecerse, como hace su hermano más grosero, a la veneración de la gran masa, y que suele atravesar y salir del mundo silenciosamente. Cualesquiera laberintos recorra, sean cuales sean las rocas entre las que su torrente tenga por momentos que abrirse paso tortuosamente, cuando llega a la luz avanza luminoso, ligero y casi sin ruido, y deja que los rayos solares se filtren hasta su fondo.

F. Nietzsche


Macedonio




"Las ideas que voy a exponer son absolutamente mías, nadie las encontró en otro autor antes que yo"

“Tu capacidad de conocer la felicidad depende de tu capacidad para conocer el dolor” 

“Cuando la felicidad nos sale al paso nunca lleva el hábito con que nosotros pensábamos encontrarla.”

“¡Oh, pasión nunca humilde, siempre cierta!” 

“Hay que regocijarse de que las espinas estén recubiertas de rosas.” 

“El acto sexual es un saludo que intercambian dos almas.” 

“El ojo lo ve todo, pero no puede verse.” 



Macedonio Fernandez


jueves, 23 de julio de 2015

Buena suerte




Dicen los toreros: 
"Buena suerte, compañeros", 
y no es tan fácil como decir solamente adiós. 
Hasta luego, amor. 
Hasta luego, nuevo amor. 

Es tan redonda la ciudad que nos caemos los dos, 
y eso no estaba en los planes de ninguno de los dos. 
Y eso no estaba en tus planes; 
me pides paciencia, te pido perdón. 

Una sola vez, amor, estuve contra el paredón, 
y fue difícil como decir solamente adiós. 
Buena suerte a los dos. 
Buena suerte, nuevo amor. 

Es tan ciega la ciudad que no nos vemos tú y yo, 
y eso no estaba en los planes de ninguno de los dos. 
y eso no estaba en tus planes; 
me pides paciencia, te pido perdón.

Andrés Calamaro - Los Rodriguez


Los Napoleones del fin de semana

  Hay un brillo inquietante en sus ojos cuando acuden cada sábado a la cita. Llegan uno tras otro, casi furtivamente, con sus cajas y reglam...