martes, 21 de enero de 2014

Un Principito muerto




“No hay más Principito, hoy día ni jamás. El Principito está muerto o se volvió totalmente escéptico. Un Principito escéptico no es más un Principito. Estoy resentido con usted por estropearlo”, escribió. “No habrá más cartas, teléfono ni señal. No fui prudente ni pensé que arriesgara pena, pero me lastimé en el rosal cogiendo una rosa. El rosal preguntará: ¿qué importancia tenía para usted? Ninguna, rosal, ninguna. Nada importa en la vida. No más vida. Adiós, rosal”.

Antoine de Saint-Exupéry



El mensaje de las cartas son sus palabras, el texto sobre la memoria, pero el trasfondo es su urgencia, el corazón del amante y el riesgo de alguna empresa que lleva la misiva a algún destinatario. Una carta le roba el sueño a un enamorado y agita un corazón más allá del horizonte, aunque hay distancias cortas que suelen ser fulminantes. También las misivas cambian el curso de la guerra o terminan conflictos, suelen ser despedidas o audaces propuestas. Un papel que supera el miedo, salva una vida, un imperio, tal vez mantiene un amor lejano, incendia un corazón en la provincia más pura del amor o salda alguna cuenta, que no necesariamente tiene que ver con dinero o cosa material alguna. Una carta puede ser una lápida o una rosa encendida.

La epístola romántica rodó con ríos de lágrimas, fue escrita por quemantes yemas, corazones atribulados, afiebrados, perdidos literalmente o ganados por y para el amor irremediablemente. La carta no es una condición de persona alguna en especial, es más bien un viejo y recurrido recurso para expresar intimidad, cercanía y llegar directamente al destinatario y objetivo. Un simple papel doblado y encerrado en un sobre con el nombre y la dirección del destinario(a) y que sólo a dos suele interesar.

Cartas bajo el sello del compromiso eterno, escritas palabra por palabra, esas que pesan, que el tiempo convierte en más que ligeros gramos de papel. Llegan inflamadas a las manos, en llamas, por el amor o la guerra, arden por los cuatro costados de la flama. Hay cartas que ponen a temblar el papel y el rostro del destinatario, son el ojo del huracán que llevan sus palabras. Esquelas románticas que el viento de la historia las sigue soplando. Las palabras no mienten en las cartas de amor. Hay cartas que incluyen las espinas y las lágrimas.

París, donde el amor se ha dado cita unas cuantas veces a orillas del Sena, está exhibiendo una muestra muy peculiar de cartas de amor de algunos famosos. El amor no distingue entre razas, credos, distancias, ni sabe de obstáculos y suele desconocer el tiempo, que siempre es hoy, mañana, siempre. Los poetas quizás han escrito las más intensas, dramáticas, sublimes, suicidas y pasadas de moda epístolas. Pero no es facultad privativa de los bardos y de este pequeño manuscrito, su potencia radica en que la palabra puede partir de cualquier corazón anónimo.

Lo más impactante de la muestra, sin duda, para mí y muchos tal vez, es que me entero que El Principito ha muerto.

La carta en el museo de la realidad de Saint-Exupéry es más que dramática, reveladora. Es su última carta en el pleno sentido de la palabra y contenía dibujos de El Principito. La destinataria, mujer, una joven de 23 años, oficial del ejército francés, casada y embarazada. Era el último amor de Saint-Exupéry y no correspondido. El nombre de la joven aún permanece bajo el anonimato. El autor de El Principito, empujado por el desprecio de la disciplinada oficial francesa, le escribió una misiva sin retorno, esas que no tienen bumerán.

Saint-Exupéry desaparecería dos meses después cuando pilotaba un avión sobre Francia, en una misión de reconocimiento durante la Segunda Guerra Mundial.



Extraído de: http://www.letralia.com/ciudad/gabrielli/080206.htm


Comparto esta carta porque me emocionó muchísimo, porque me puso muy triste ver en esa carta lo que no sabía pero intuía sobre el final de Saint-Exupéry, un autor que adoro.
Siento muchísimo que la vida sea, a veces, tan dura para las personas sensibles. Que la gente que habita este mundo no pueda ver la necesidad que algunas almas tienen de comunicarse.
Leo la soledad y el resentimiento por ese desamor pero, si, siempre hay un pero, es solo ese resentimiento el que hace decir a Saint-Exupéry que el Principito ha muerto. Los que nos sentimos cerca sabemos que las rosas son orgullosas, egoístas, insensibles y pueden hacer trastabillar a los Principitos y volverlos escépticos, pero también están los zorros y ellos sí entienden del amor y sus reglas, de domesticar y crear lazos indestructibles, de esos lazos que hacen que hasta una estrella nos recuerde lo que ya no está....


6 comentarios:

  1. Y no, el Principito no está muerto, a lo sumo dejó este planeta insensible y además, tenía tarea por hacer en el suyo...

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  2. porqué dices que este planeta es insensible? Este planeta es de una increíble sensibilidad. Si la buscas en los hombres también la encuentras, la mayoría de las veces tapada bajo toneladas de sistemas de creencias e incluso enferma y llena de rencor y odio. Pero el rencor y el odio también es muestra de sensibilidad.
    Habré leído 20 veces El Principito? No, lo he leído más veces. Lo hago cuando necesito llorar y tengo edad para haber necesitado llorar muchas más veces que 20.
    Vivir en la Tierra es simple y es fácil, la vida acá es muy simple y fácil. Naces, vives, mueres. Para qué? Para eso. Porque ¿qué pasa cuando vives? Pasa lo de El Principito, que aprendes sobre lo valioso y sobre lo amoroso. Ya lo creo que aprendes sobre eso. El ricachón no vive en la Tierra, tiene su propio planeta, los otros que visita tampoco. Y al final cae acá, y es acá donde aprende sobre lo valioso y lo amoroso. Con el zorro, con la víbora, con Antoine
    Pensamos que la compañía es la gente que nos acompaña viviendo, pero es mucho más que eso. En realidad somos ciegos sordos y mudos. Todo esto que está en nuestro interior es intransferible y a la inversa también lo es. Algunos de nosotros pueden convertir en palabras algo de lo que sienten, otros no pueden. No pueden.
    No son insensibles, es que no pueden ni tocar sus sentimientos, ni siquiera acercarse a ellos. La cercanía a sus sentimientos los aterroriza. Viven con miedo. Se temen a sí mismos y temen de los demás. En realidad la polaridad es amor-miedo. Cuanto más miedo menos amor y a la inversa. Y el miedo viene de todos colores, igual que el amor.
    El Principito huyó de la rosa, lo recuerdas? Lo que tenía que aprender El Principito lo aprendió acá, en este planeta. Porque acá aprendió a aceptar que amaba. Acá perdió el miedo. "Yo soy la muerte" dice la víbora. Como si dijera "el tiempo se acabó, ya has aprendido". Y también dice "yo te ayudaré a volver"
    Uno está aprendiendo acá. Este planeta es increíble Javier, somos increíbles, somos Tierra.

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  3. Si Marta, coincido con vos en que el Principito aprendió acá lo que tenía que aprender, no creo que no haya aprendido antes por miedo, solo que no estaba en el teatro para aprender. A mi también me gusta este planeta, aunque lo siento ajeno muchas veces. Lo de la sensibilidad no se... creo que hablamos de sensibilidades a distintas cosas.
    Vivir en la tierra no es, para mí, ni simple ni fácil. No encuentro conexiones profundas y solo un par de veces he podido sentir esa comunicación profunda. Alguna vez intuí otras que, finalmente, resultaron un espejismo. Lo de planeta insensible, seguramente, se debe a esto que te cuento sobre mi propia experiencia. No pretendo que sea la visión del resto ni mucho menos. Es insensible desde mi punto de vista pero... acaso hay otro mundo que el que yo "veo"?

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  4. Y si, es un libro hermoso y para llorar cuando necesitas hacerlo.
    Todos los escritos de Sait-Exupéry dejan entrever una soledad espantosa, es un observador fuera de este mundo... un Principito. Aprendió cosas acá, le gustó vivir acá, pero no era de acá. Como todos nosotros desde mi punto de vista. Solo que muchos viven tan metidos en el teatro, hacen tan bien sus papeles de zorros, rosas, ricachones, astrónomos, etc., que ya no perciben lo que hay detrás de esas apariencias, lo esencial

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  5. De alguna manera el Principito es como Jesús, un tipo (y acá uso "tipo" como modelo) que me encanta. Claro que era un hombre que a simple vista era de este mundo... pero no era como todos. "Mi reino no es de este mundo"... y también estuvo tan solo! "Dios mío, por qué me has abandonado?" No se hace suficiente incapié en esa tremenda frase que muestra la desesperación del que salta sabiendo que no hay red...

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  6. Vuelvo a leer esta entrada y vuelvo a emocionarme mucho... que linda es!

    "Hay cartas que ponen a temblar el papel y el rostro del destinatario, son el ojo del huracán que llevan sus palabras. Esquelas románticas que el viento de la historia las sigue soplando. Las palabras no mienten en las cartas de amor. Hay cartas que incluyen las espinas y las lágrimas."

    "Un papel que supera el miedo, salva una vida, un imperio, tal vez mantiene un amor lejano, incendia un corazón en la provincia más pura del amor o salda alguna cuenta, que no necesariamente tiene que ver con dinero o cosa material alguna. Una carta puede ser una lápida o una rosa encendida."

    Increíblemente hermoso es esto....

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