domingo, 26 de enero de 2014

El Beso




Aquel atardecer era el día señalado 
una amiga, Albita, nos iba a acompañar 
caminamos los tres sin conversar 
oscurecía un azul arrebolado 

Llegamos al fin, al baldío abandonado 
chircas, tártagos, rumor de mar 
y esperamos la noche para consumar 
lo que fue primera nostalgia de enamorado 

En la esquina vigilando se quedó Albita 
emocionada de audacia, desfalleciente 
la voz precipitada cuando va y nos grita: 
“Ahora!, Dale ahora que no hay gente!” 

Bajo sus pétalos mi Margarita 
y dejé en sus labios un beso, aún latente.

Mauricio Rosencof 


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