jueves, 23 de enero de 2014

La Magia en Flores

Afligido al enterarme que se utiliza la palabra magia con demasiada superficialidad, decidí compartir este hermoso escrito, en realidad solo la introducción y el cierre, de un texto más largo en el que, creo, se hace justicia...




"Los Hombres Sensibles de Flores siempre creyeron que el barrio estaba embrujado.
Según ellos, los Hechiceros de Chiclana habían lanzado sus peores maldiciones sobre las calles del Ángel Gris.
Y en realidad tenían muchas razones para pensar de ese modo.
Los viernes a la noche, todos los perros se volvían locos y quienes se atrevían a salir de su casa se arriesgaban a enfrentarse con jaurías espantosas que acechaban en todas las esquinas.
Las cúpulas y campanarios eran sobrevolados por las palomas azules, unas aves que tenían plumas como navajas.
Los muchachos se enamoraban siempre de mujeres esquivas y distantes, cuando no perversas, y el amor y la pena eran una misma cosa en Flores. Según algunos desesperados, había una esquina fatal para las parejas. La llamaban la esquina del desencuentro. Si dos enamorados pasaban juntos por allí, se separaban para siempre.
Al parecer no era posible saber cuál era esa esquina, porque la cambiaban cada noche. Manuel Mandeb llegó a descubrir que la correspondiente al 11 de octubre era la de Morón y Boyacá.
La mala suerte perseguía a los Hombres Sensibles y siempre ocurría lo malo, lo desatinado y lo deforme, en lugar de lo hermoso y lo bueno.
De esta melancólica situación nació la empresa más grande acometida por los muchachos del Ángel Gris: la lucha contra el destino. Desde luego esa lucha asumió formas muy diferentes y se libró en distintos campos: en el amor, en el arte, en el juego, en la aventura, en el pensamiento, en los corazones.
Pero sabiendo que los brujos de Chiclana eran cómplices del destino, los Hombres Sensibles buscaron auxilio en otros magos más benevolentes, aunque siempre menos poderosos. Por eso en Flores los adivinos, lechuzones y blackamanes gozaron siempre de gran prestigio."

Vindicación de la magia

Los cultores del pensamiento fácil suelen decir que los pueblos se acercan a la magia ante la imposibilidad de explicarse ciertos fenómenos. Así planteadas las cosas, nadie puede sentirse seducido por una disciplina cuyo único objeto es ahorrarse la investigación de las causas del rayo.
Pero examinando el asunto con un poco más de salero, pueden hallarse elementos que merecen la mayor estima en el ejercicio de la magia.
Hay -antes que nada- un deseo de poner orden y concierto allí donde solo hay caos. Toda actividad mágica implica la suposición de que el universo tiene un fin preestablecido y que nada ocurre por casualidad. Y es evidente que ese fin preocupa al que se acerca a la magia. Esa sola preocupación denota una estatura espiritual que no suelen alcanzar los arquitectos que se juzgan geniales por no creer en la luz mala. Examinar los asuntos de brujería es como tratar de entrar en la metafísica por la puerta de atrás. A mi juicio esta actitud es preferible a pasar de largo.
Los Hombres Sensibles de Flores pensaban que si existía el diablo, también existía Dios. Por eso cada noticia demoníaca les llenaba el alma de piadoso regocijo.
Así también el que está escribiéndoles busca fantasmas desde hace años. Un duende, un pequeño duende atorrante para entender que el mundo no es solamente esta vulgar colección de cosas que se ven y se tocan. Cada sombra es una esperanza. Cada luz prendida un desengaño..."

Alejandro Dolina


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