domingo, 6 de octubre de 2013

Contrarios




"Por una falsa álgebra, esos imbéciles han creído que existían contrarios. Y el contrario de la demagogia es la crueldad. Cuando la red de relaciones en la vida es tal que si aniquilas uno de los dos contrarios, mueres.
Pues yo digo que lo contrario de cualquier cosa es sólo la muerte.
Así, ese que persigue lo contrario de la perfección.
Y de tachadura, en tachadura, quema todo el texto. Pues no existe nada perfecto. Pero el que ama la perfección, la embellece siempre.
Lo mismo ocurre con quien persigue a lo contrario de la nobleza. Y quema a todos los hombres, pues ninguno es perfecto.
Lo mismo ocurre con el que aniquila a su enemigo. Y vivía de él. Luego, al aniquilarlo, muere. Lo contrario del navío es el mar. Pero él ha diseñado y aguzado la roda y la carena. Y lo contrario del fuego es la ceniza; pero ella vela por el fuego.
Lo mismo ocurre con el que lucha contra la esclavitud, haciendo un llamamiento al odio, en lugar de luchar por la libertad recurriendo al amor. Y como en todas partes, en todas las jerarquías, hay huellas de esclavitud, y como también puedes llamar esclavitud a la función de los cimientos del templo sobre el que se apoyan las piedras nobles que se alzan solas hacia el cielo, te verás obligado, de consecuencia en consecuencia a aniquilar el templo.
Pues el cedro no es rechazo y odio de todo lo que no es cedro, sino rocalla drenada por el cedro y transformada en árbol.
Contra cualquier cosa que luches, el mundo entero se te tornará sospechoso; porque todo puede ser posible abrigo, y reserva posible, y alimento posible para tu enemigo. Si luchas, contra cualquier cosa que sea, debes aniquilarte a ti mismo, pues hay en ti una parte de ella, por muy débil que sea."

Extracto del capítulo CXXI de Ciudadela, de Antoine de Saint-Exupéry.



1 comentario:

  1. Pues cuanto más fuerte eres, más faltas cargas sobre ti. Ellas se tornan para ti enseñanzas para tu victoria. A uno de sus generales que se excusaba por haber sido derrotado, lo interrumpió mi padre: "No seas presumido hasta el punto de vanagloriarte de haber cometido una falta. Cuando monto un asno y éste se pierde, no es el asno el que se equivoca. Soy yo."

    Saint-Exupéry, en Ciudadela.

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