domingo, 1 de junio de 2014

La sabiduría inmóvil de todos los budas




La mente que observa algo sin quedarse fijada en ello es una mente inmóvil. Pero, cuando la mente se detiene ante algo, el espíritu se llena de todo tipo de juicios de valor y se sacude con todo tipo de movimientos. Cuando estos movimientos cesan, la mente detenida se mueve, pero en realidad no se mueve.
Si diez hombres armados con espadas se te acercan con intención de atacarte y tú esquivas los golpes uno a uno sin detener la mente en cada acción, entonces habrás encontrado la acción adecuada para cada uno de los diez.
Aunque la mente actúe diez veces contra diez hombres, de uno en uno,  sin detenerse siquiera una vez, todas sus acciones habrán sido las adecuadas.
Pero si la mente se detiene frente a uno de estos hombres, aunque logre esquivar la espada con la que intenta golpearte, cuando deba enfrentar al siguiente hombre, la acción adecuada se le habrá escapado de las manos.
Tomemos ahora el caso de la diosa Kannon, que tiene mil brazos en un solo cuerpo. Si la mente se detuviera en el brazo que sostiene el arco, los otros novecientos noventa y nueve brazos no tendrían ninguna utilidad. Tan solo cuando la mente no se detiene en ningún lugar, todos los brazos le son útiles.
En lo que respecta a la diosa Kannon, ¿cuál es el propósito de crear un cuerpo con mil brazos? Esta forma fue creada con la intención de señalarles alos hombres que, si la mente libera su sabiduría inmóvil, cada uno de los mil brazos de ese cuerpo será de utilidad.
Cuando te paras frente a un árbol, si fijas la mirada en una sola de sus hojas rojizas no verás a las demás. Si tus ojos no se fijan en una hoja en particular y observas el árbol con la mente en blanco, las hojas se te volverán visibles en una cantidad ilimitada. Pero si una sola hoja atrapa tu mirada, será como si el resto de las hojas no estuvieran allí.
El hombre común, con su razonamiento sencillo, cree que la diosa está bendecida por tener mil brazos y mil ojos. El hombre que tiene una sabiduría imperfecta se pregunta si es posible que alguien tenga mil ojos, califica el hecho de mentira y se entrega a la difamación. Pero, en cuanto el hombre comprenda un poco más, creerá en ello con un respeto basado en principios y no necesitará ni de la fe sencilla del hombre común ni de las difamaciones de los otros. Sólo entonces entenderá que, con este sencillo ejemplo, el budismo puede manifestar su principio con claridad.
Ésta es la realidad de todas las religiones... todas las religiones llegan a una misma y única conclusión.
En cualquier caso, cuando un hombre practica una disciplina y se mueve desde el territorio del principiante hasta el de la sabiduría inmóvil, al final da la vuelta y retrocede al nivel del principiante, el lugar de la permanencia.
Y no lo hace sin tener una razón.
Una vez más, podemos hablar con referencia a tu arte marcial.
Dado que el principiante no sabe nada ni de la postura corporal ni de la forma en que debe posicionar la espada, su mente no se detiene en ningún lugar de su interior. Si un hombre intenta golpearlo con una espada, él simplemente repele el ataque con la mente en blanco.
A medida que estudia diversas cosas y aprende los diversos modos de pararse, la manera de empuñar su espada y los lugares donde debe centrar su mente, su pensamiento se detiene en muchos de ellos. En esta situación cuando intenta golpear a su oponente, se siente súmamente incómodo. Más adelante, a medida que pasan los días y el tiempo se acumula, y en relación con lo que haya practicado, su mente no dará importancia ni a las posturas de su cuerpo ni a las maneras de empuñar la espada. Su mente volverá a ser como al principio, cuando no sabía nada y tenía todo por aprender.
La ignorancia y las aflicciones del principiante, el lugar de permanencia y la sabiduría inmóvil que viene con el tiempo se vuelven una sola cosa. La función del intelecto desaparece y uno alcanza el estado de No-mente-No-pensamiento. Si uno llega a su punto más profundo, los brazos, las piernas y el cuerpo recuerdan cuáles son sus funciones, pero la mente no lo hace en absoluto.
El sacerdote budista Bukkoku escribió:

Aunque no esté en actitud vigilante
con su mente centrada en ello,
en los pequeños valles montañosos
el espantapájaros
no permanece en vano

Todo funciona de este modo.
Éste es un ejemplo de cómo se comporta la gente cuando ha alcanzado las profundidades del Camino, cualquiera sea éste.

Extracto del libro La Mente Libre, de Takuan Soho. Escritos de un maestro Zen a un maestro de la espada.
Editorial Claridad, colección Voces de Oriente
ISBN 978-8498684-8-2



Takuan Soho (1573-1645) fue un monje de la secta Rinzai del budismo Zen, a quien se recuerda por su fuerza de carácter y su inteligencia mordaz. Fue también jardinero, poeta, maestro en el arte del té, autor prolífico y una figura capital en los campos de la pintura y la caligrafía zen.


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