jueves, 5 de diciembre de 2013

Reforma del Mundo




Hay una frase, jovencitos, que me desagrada mucho en vuestros labios, cuando no me hace reír. Es eso de la reforma del mundo. Cantáis gustosamente esta canción en vuestras sociedades y rebaños, vuestro Kaiser y todos vuestros profetas la cantaban con amor singular, y el estribillo de la canción era el verso de la esencia germana y de su curación.
Amigos, deberíamos aprender a abstenernos de juzgar sobre si el mundo es bueno o es malo, y deberíamos renunciar a esta extraña pretensión de mejorarlo.
Con frecuencia se considera malo al mundo, porque el que lo juzga ha dormido mal o ha comido con exceso. Con frecuencia se tiene al mundo por venturoso, porque el que lo elogia ha besado a una muchacha.
El mundo no está ahí para ser mejorado. Tampoco vosotros existís para ser mejorados. Estáis aquí para ser vosotros mismos. Estáis aquí para que el mundo sea más rico con estos sonidos, con estos tonos, con estas sombras. ¡Sé tú mismo, y el mundo será rico y bello! Si no eres tú mismo, si eres mentiroso o cobarde, el mundo será pobre y te parecerá necesitado de mejoramiento.
Precisamente ahora, en estos tiempos extraños, se vuelve a cantar tan reciamente la canción del mejoramiento del mundo. ¿No os dais cuenta de lo mal que suena? ¡Qué poco delicada, qué poco feliz, qué poco prudente y sabia suena! ¡Y esta canción es como un marco que se puede acomodar a cualquier cuadro! ¡Se acomoda al Kaiser y al guardia, a vuestros famosos profesores alemanes, a los viejos amigos de Zaratustra! Esta desabrida canción se adapta a la democracia y al socialismo, a la unión de los pueblos y a la paz mundial, a la abolición del nacionalismo y al nuevo nacionalismo. Será cantada por vuestros enemigos en un coro, en el que unos se la cantarán a oíros, hasta matarse cantándola. Mirad, dondequiera que se entona esta canción, los puños se cierran dentro de los bolsillos, ya sea por interés personal o por egoísmo; ¡ay! no por aquel egoísmo del noble que piensa en elevar su propio yo y robustecerlo, sino por el egoísmo del dinero y de la bolsa, por vanidad y presunción. Cuando el hombre empieza a avergonzarse de su egoísmo, comienza a hablar de mejoramiento del mundo y a esconderse tras semejantes palabras.
Yo no sé, amigos, si el mundo ha sido mejorado o si siempre ha sido igualmente bueno o igualmente malo. No lo sé, no soy ningún filósofo, y siento poca curiosidad por esta cuestión. En cambio, sé que si el mundo ha sido mejorado alguna vez por los hombres, si se ha vuelto más vivo, más alegre, más arriesgado, más divertido, no ha sido por los mejoradores, sino por aquellos verdaderos egoístas, de los que con tanto agrado quisiera hablaros también. Por aquellos formales y verdaderos egoístas, que no conocen ninguna meta, que no tienen ningún designio, que se conforman con vivir y ser ellos mismos. Sufren mucho, pero sufren a gusto. Están enfermos con gusto, si es su enfermedad la que han de padecer, la heredada, la propia, la más personal. ¡Mueren a gusto, si han de morir su muerte propia y bien merecida! "
Por estos es mejorado el mundo de cuando en cuando; igual que un día de otoño es mejorado por una nubecilla, por una pequeña sombra parda, por el vuelo raudo de una avecilla. No creáis que el mundo necesita otra mejora más que caminen por él algunos hombres, no unos ganados, ni un rebaño, sino algunos hombres, algunos de los pocos que nos hacen felices, igual que nos hace feliz el vuelo de un pájaro o un árbol a la orilla del mar, solo porque están allí, Porque existen. ¡Si queréis ser ambiciosos, jovencitos, codiciad este honor! Pero es peligroso, conduce a la soledad y puede costamos la vida fácilmente.

Regreso de Zaratustra
Unas palabras para la juventud alemana
(1919)

Hermann Hesse


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