domingo, 28 de abril de 2013

El Huerto de Getsemaní




"Cuando alguna asociación de ideas me lleva al concepto Jesús o la palabra Jesús, me impresiona la vista o el oído; en los primeros momentos no veo nunca a Jesús en la Cruz, o a Jesús en el desierto, o a Jesús haciendo milagros, o resucitando, sino que le veo en el momento en que apura el cáliz de la soledad en el Huerto de Getsemaní, cuando le desgarra el alma el dolor de tener que morir y del sublime renacer, y cuando, en una última y conmovedora necesidad infantil de consuelo, se acerca a sus discípulos buscando un poco de calor y contacto humano, una fugaz y noble ilusión en medio de su soledad sin esperanza; ¡y los discípulos duermen! Allí están acostados: el valeroso Pedro, el hermoso Juan, todos juntos, toda aquella buena gente a la que Jesús suele ilusionar de buen grado una y otra vez, cariñosamente, a la que ha comunicado sus pensamientos, parte de sus pensamientos, como si ellos comprendieran su lenguaje, como si fuera posible, en realidad, comunicar sus pensamientos a estas gentes, despertar en ellos vibraciones gemelas, encontrar en ellos algo así como comprensión, afinidad, continuidad. Y ahora, en el momento de insoportable tormento, se vuelve hacia estos compañeros, los únicos que tiene, y está tan abierto, es tan enteramente hombre, sufre tanto, que quisiera tenerlos más cerca que nunca para encontrar en la palabra más simple, en el gesto amistoso de cualquiera de ellos, algo de consuelo y fortalecimiento; pero no, no están allí, duermen, roncan. Este terrible instante quedó impreso profundamente, no sé por qué causa, en los primeros años de mi juventud, y, como he dicho, cuando pienso en Jesús surge indefectiblemente el recuerdo de este momento."

Hermann Hesse


No hay comentarios:

Publicar un comentario

La Biblioteca

  El aire es allí diferente. Está erizado todo por una corriente Que no viene de este o aquel texto, Sino que los enlaza a todos Como un cír...