lunes, 13 de agosto de 2018

Murallas




Estos días he pensado mucho, no sin ayuda, en el valor real de las murallas. 
Mi vida ha sido eso, construir murallas, tomar distancias, acaso por una sensibilidad exagerada a las desilusiones, o por la dificultad de manejar lo que se genera en cada relación humana que nos compromete íntegramente. Pensé también en la manera en que generé una manera de vivir que me permitía, y así lo creía sin dudarlo, asegurar algunas cosas y definir ciertos alcances... minimizando con esto el daño posible si las cosas se descarrilaban.
Pero circunstancias ajenas a mis planes, la vida bah, entró por la ventana y tiró todo ese castillo de naipes y me dejó desnudo, otra vez... eso, todavía no tengo claro qué quedó en pie de mis creencias, y qué fue demolido. Ahora vendrá el tiempo del inventario.
Solo soy conciente de la fuerza que generó todo esto, de nada más...
Me vino a la memoria un poema de Borges sobre el I Ching...


El porvenir es tan irrevocable
Como el rígido ayer. No hay cosa
Que no sea una letra silenciosa
De la eterna escritura indescifrable
Cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
De su casa ya ha vuelto. Nuestra vida
Es la senda futura y recorrida.
El rigor ha tejido la madeja.
No te arredres. La ergástula es oscura,
La firme trama es de incesante hierro,
Pero en algún recodo de tu encierro
Puede haber una luz, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha.
Pero en las grietas está Dios, que acecha.

Jorge Luis Borges


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