viernes, 2 de mayo de 2014

Santiago, el Hijo de Zebedeo

(Extracto)



... Entonces, en ese preciso instante, Judas Iscariote se adelantó, se aproximó a Jesús y dijo:
"Mira: los reinos de este mundo son vastos; y ve que las ciudades de David y Salomón habrán de prevalecer sobre los romanos. Si tu quieres ser el Rey de los judíos, estaremos junto a ti con espada y escudo, y venceremos al intruso".

Pero, cuando Jesús oyó esto se volvió hacia Judas, y su rostro se llenó de ira. Y habló con vos terrible como el trueno del cielo, y dijo: 
"Apártate de mí, Satanás. ¿Crees tú que he descendido el curso de los años para gobernar en un hormiguero por un día?"
"El mío es un trono que está más allá de vuestra visión. Aquel cuyas alas ciñen la tierra ¿buscará albergue en un nido abandonado y olvidado?"
"Será el dotado de vida, honrado y exaltado por los que usan mortajas?"
"Mi reino no es de este mundo, y mi sol se levanta sobre las calaveras de vuestros antepasados."
"Si buscáis algo que no sea el reino del espíritu, será mejor para vosotros que me dejéis aquí, y bajéis a las cuevas de vuestros muertos, donde las cabezas coronadas de antaño conservan sus cortes en las tumbas, y puede que estén todavía confiriendo honores a los huesos de vuestros antepasados."
"Te atreves a tentarme con una corona de escoria, cuando mi frente busca las pléyades, o cualquier cosa menos vuestros abrojos?."
"Si no fuera por un sueño soñado por una raza olvidada, no sufriría yo que vuestro sol se levantare sobre mi paciencia, ni que vuestra luna arrojara mi sombra sobre vuestros senderos."
"Si no fuera por el deseo de una madre, me hubiera yo despojado de los pañales, y me habría escapado retornando al espacio."
"Y, si no fuera por la pena de todos vosotros, no me habría quedado a llorar."
"¿Quién eres y qué eres, Judas Iscariote? ¿Y por qué me tientas?"
"¿Me has pesado realmente en la balanza, y has encontrado en mí a alguien para conducir legiones de pigmeos y guiar los carros de guerra de las sombras contra un enemigo que acampa solamente en vuestro odio y no marcha a parte alguna si no es en vuestro miedo?"
"Demasiados gusanos se arrastran a mis pies, y no les doy batalla. estoy cansado de la burla, y cansado de compadecer a los reptiles que me tienen por cobarde porque no quiero ir de aquí para allá entre sus fortificadas murallas y torres."
"Lástima es que sea de toda necesidad que deba tener yo lástima hasta el mismo final. Ojalá pudiera encaminar mis pasos hacia un mundo más grande, residencia de grandes hombres. pero, ¿cómo podré?"
"Vuestro sumo sacerdote y vuestro emperador quisieran mi sangre. Quedarán satisfechos antes de que me vaya. No sería yo quien cambiase el curso de la ley. No sería yo quien gobernara sobre locos."
"Dejad a la ignorancia que se reproduzca hasta que se canse de su propio vástago."
"Dejad al ciego guiar al ciego hasta la trampa."
"Y dejad que los muertos entierren a sus muertos hasta que la tierra se atragante con su propio fruto amargo."
"Mi reino no es de la tierra. Mi reino estará donde dos o tres de vosotros os encontréis en el amor y en la admiración hacia el encanto de la vida, en gozosa armonía y en recuerdo mío."

Luego se volvió de pronto hacia Judas y le dijo: 
"Atrás, hombre. Apártate. Tus reinos nunca tendrán cabida en mi reino."

Era ya el crepúsculo, y Él, dirigiéndose a nosotros, nos dijo:
"Descendamos. La noche se nos viene encima. Caminemos a la luz mientras la luz esté con nosotros"...

... "Esta noche los zorros tendrán sus madrigueras, y los pájaros del aire sus nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene en la tierra dónde apoyar la cabeza. Y la verdad es que ahora quisiera estar a solas. Si lo deseáis, podréis hallarme de nuevo junto al lago donde os encontré."

Entonces nos alejamos de Él con pesadumbre en los corazones, porque no era nuestro deseo dejarlo.
Muchas veces nos detuvimos y nos volvimos hacia Él y lo vimos en solitaria majestad, caminando rumbo al oeste.
El único de nosotros que no se volvió a contemplarlo en su soledad, fue Judas Iscariote.
Y desde ese día Judas se volvió sombrío y distante. Me pareció que había peligro en las cuencas de sus ojos.

Del libro Jesús, el Hijo del Hombre, de Khalil Gibran



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