martes, 2 de octubre de 2012

Sobre el Taoísmo...




La primera vez que me topé con los escritos taoístas, me embargó una dicha infinita. No tuve la sensación de estar leyendo algo extraño o exótico, sino de que estaba leyendo los pensamientos que había tenido a lo largo de toda mi vida, únicamente expresados de un modo más adecuado de lo que yo era capaz. Para mí, el taoísmo significa un estado de serenidad interior combinado con una consciencia estética intensa. Ninguna de ellas es adecuada por sí sola; una serenidad puramente pasiva constituye una suerte de embotamiento, y una consciencia dirigida por la ansiedad no es algo muy atractivo.
Un chino amigo mío (de la escuela moderna) criticó recientemente al taoísmo como una filosofía que consistía en "tener tu propio pastel y, además, comértelo". Repliqué: "Hay algo mejor". Me respondió: "¡Pero uno no puede tener su propio pastel y también comérselo!" ¡Aquí es precisamente donde diferimos! Siempre he creído que uno puede tener su propio pastel y además comérselo. Esta es la cusa de que sea taoísta.
En realidad, llegué al taoísmo a través del budismo zen. Me llevó algún tiempo darme cuenta de hasta que punto el zen ha combinado el taoísmo y el budismo, y de que eran los elementos taoístas los que principalmente me atraían. Lo curioso del zen es que primero nos hace la boca agua con una cosa llamada Satori (iluminación), y luego directamente nos informa de que nuestro deseo por el Satori ¡es lo que nos impide conseguirlo! Por contra, el taoísta me sorprendió como alguien que no busca intensamente algo que no posee, sino que disfruta de lo que tiene.
Esto es algo más que un libro sobre filosofía china, se trata de una serie de ideas inspiradas por la filosofía china. Aunque el punto de vista taoísta pueda ser básico, este libro toca una amplia variedad de temas; se trata, en realidad, de un libro sobre la vida en general.


Prefacio de Silencioso Tao - Reflexiones de un científico al otro lado del espejo, de Raymond Smullyan

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