sábado, 16 de agosto de 2014

Pescando sin anzuelo




... inspirado en una antigua pintura china en la que se ve a un pescador sentado, muy sosegadamente, en un pequeño bote sobre las aguas de un lago rodeado de verdes montañas; no muy alejada se encuentra una pequeña ermita. A diferencia de otros pescadores que ponen anzuelo y cebo para atraer a los peces, este monje ermitaño deja caer al agua la cuerda sin anzuelo. Y es que él no está ahí para pescar cosa alguna; simplemente, está para gozar de la pesca, "lo cual viene a establecer una gran diferencia entre estos dos logros o fines."
"... El anciano está pescando en el único océano que es asequible a él -la naturaleza interior de sí mismo. Él ha dejado caer la línea hacia su propio subconsciente. Está descendiendo en las profundidades de sí mismo para descubrir que clase de pez podría ocultarse allí. No tiene ninguna intención de atraer a este pez a la superficie. Tampoco de matarlo. Lo que en realidad desea es tener la experiencia; la cual no deja de ser una verdadera experiencia Zen, de pescar sin anzuelo. Ahora bien, en este simbolismo, ¿qué es el anzuelo? Esta es quizás la clave de todo; el anzuelo es la mente. Aquí es donde el problema cabal exige la mayor consideración. La mente no está interesada en la pesca, pero si en pescar peces. La mente posee ciertas cualidades que sugieren el anzuelo; desea engancharse a algo, es agua. También es un instrumento modelado, adaptado, creado, con el solo propósito de atrapar peces, los cuales, en este caso, representan pensamientos. Y en el momento mismo en que pretende un pensamiento fuera de su propio elemento, lo coloque en un elemento diferente, y muy probablemente le destruya en el esfuerzo de usarlo para sus propios fines.
Estamos usando la mente, constantemente, para (agarrar) enganchar cosas. La estamos usando de una manera u otra para mejorar nuestras fortunas.
Estamos dejando caer el anzuelo de la mente en el desconocido mundo que nos rodea...

El Zen y los Pájaros del Deseo


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