sábado, 22 de junio de 2013

Puente




"En el principio del Universo... Éramos nosotros.
Antes de todos los principios, y cuando se haya apagado el eco del último final, somos nosotros. Nosotros somos la razón del espacio, los constructores del tiempo. Somos "el puente hacia el infinito"... aprendiendo el AMOR."

Con este libro, hace décadas, fui consciente por primera vez del fenómeno de la sincronicidad. Necesitaba encontrar la explicación a algo que no la tenía y, en una de esas caminatas feroces por La Plata, vi el libro en una vidriera. No lo vi, fue como un rayo que llamó mi atención y sin pensarlo entré y lo compré. En esas páginas, misteriosamente o no tanto, estaba esa respuesta.
Me gusta esa dimensión mágica...

Creemos a veces, que no queda ni siquiera un dragón. Ni un caballero andante, ni una sola princesa deslizándose por secretos bosques, encantando con su sonrisa a los venados y a las mariposas.
Creemos a veces que nuestra era ha dejado atrás toda frontera, ha dejado atrás toda aventura. El destino está lejos por sobre el horizonte; las sombras refulgentes pasaron al galope tiempo ha, y han desaparecido.
Qué gusto equivocarse. Princesas, caballeros, hechizos y dragones, misterio y aventura... no sólo existen aquí y ahora: ¡son todo lo que siempre vivió sobre la tierra!
En nuestro siglo han cambiado vestimentas, por supuesto. Los dragones hoy usan ropajes de gobierno, y trajes de fracaso, y equipos de desastre. Los demonios de la sociedad, bajan en remolino hacia nosotros, si apartamos del suelo la mirada, si osamos girar a la derecha en los recodos donde nos fue ordenado virar hacia la izquierda. Tan hábiles se han vuelto las apariencias que princesas y caballeros pueden esconderse las unas de los otros, y pueden esconderse de sí mismos.

Empero, los que dominan la realidad aún nos salen al encuentro de nuestros sueños, para decirnos que jamás perdimos el escudo necesario para enfrentar dragones, que un voltaje de fuegos azulados ondula por nosotros ahora mismo, para cambiar el mundo tal y como gustemos. La intuición nos susurra, veraz: "¡No somos polvo, sino magia!"




La intuición. Esa es la herramienta más precisa de que disponemos para poder vislumbrar algo de lo que sucede tras las apariencias, algo de lo que pone en marcha todo este teatro mágico. Solo la intuición, como un fogonazo, por una milésima de segundo, nos muestra algo de verdad. Pero ese fogonazo es tan fugaz y nuestra curiosidad y deseo de saber es tan enorme, que rápidamente queremos atrapar ese conocimiento en fórmulas y definiciones que nos permitan entender y, sobre todo, reproducir a voluntad. Pero ya esas herramientas no alcanzan y lo tergiversan todo...

Los textos en itálica fueron extraídos del libro "El puente hacia el infinito", de Richard Bach



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