martes, 9 de octubre de 2018

Una Nota Sobre el Budismo Zen




El budismo-zen se “inicia” con esa ficción monumental, en sentido nietzscheano, del encuentro del Bodhidharma con el Emperador de Wu. Se trata de tres actos: en el primero el emperador hace gala de sus obras piadosas, Bodhidharma simplemente dice “ningún mérito”; en el segundo el emperador sorprendido lo interroga a Bodhidharma sobre su comprensión de lo sagrado, éste le responde “Vasto vacío; nada sagrado”; el emperador, que debe haber sido un buen budista, fue abrumado por semejante respuesta y sólo atinó a lanzar su última y vacilante pregunta, “¿Quién eres?”, Bodhidharma respondió no sé. No se trata de que no existan buenas obras, de que no exista nada cerrado, ni de que Bodhidharma no supiera quién era. Se trata de lo absoluto: en lo absoluto no existen cosas buenas o malas, ni sagradas ni profanas, ni Bodhidharma ni no-Bodhidharma. Y en ese punto hay un corte neto con Sócrates, el pensador que en gran medida funda la historia filosófica de Occidente; mientras Sócrates hace de su no-saber un método que le permite fundar un saber (sé que no sé y ése es mi saber), Bodhidharma corta todo discurso, toda dialéctica, y dice ese no sé que abre otro modo del espíritu. Sócrates se abroquela en el hombre, habla como hombre-de-la-razón; Bodhidharma deja caer al hombre y deja hablar al absoluto, sin hablar. Ese es el abismo de la diferencia del budismo con la filosofía y con la religión. El budismo se retira y así “avanzan las diez mil cosas”; la filosofía y la religión avanzan sobre las “diez mil cosas”. La filosofía se enreda en el discurso racional que en realidad no puede hablar de lo que verdaderamente interesa (como diría Wittgenstein); la filosofía, las religiones, institucionalizan humanamente, siempre desde el poder, lo indecible: tanto una como otra buscan dominar el absoluto mediante la puesta en acto de una hipóstasis idolátrica. El budismo abandona al hombre, abandona a Buda (dice: si ves al Buda, mata al Buda... 
...Para la filosofía pensar implica esencialmente alguien que piensa y algo pensado; el pensamiento viene a ser un puente entre un sujeto y un objeto que están separados por un abismo insuperable. Cuando se produce la abrupta apertura (llamada iluminación) lo que cae es el sujeto sustancial y el objeto sustancial, y lo que queda es el puente, un puente sin apoyaturas... 

Recorte arbitrario (o quizás no tan arbitrario) de una nota excelente. 


Oscar del Barco (Ensayo) 
La nota completa en este vínculo: http://www.espaciomurena.com/2801/

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