martes, 21 de agosto de 2012

La Taza Rebosante




Érase una vez un estudiante del Camino muy culto y un tanto arrogante. Cuando se enteró de que un sabio anciano vivía cerca de su casa, decidió visitarlo con la intención de que le transmitiese su gran sabiduría y así poder mejorar su formación y reputación.

Cuando llegó a la casa del sabio, se sorprendió al comprobar que se trataba de una humilde cabaña. En su interior, un anciano con una barba larga y fina y unos ojos muy brillantes se encontraba sentado ante una tetera, murmurando para sus adentros.

El anciano alzó la vista y, al ver al estudiante en su puerta, lo invitó a entrar y a sentarse en el sitio de honor. A continuación, le pidió que se tomase un té con él.

Mientras el estudiante presumía de su formación y relataba sus numerosos logros, el viejo maestro empezó a llenar la taza de su invitado. El joven habló hasta por los codos, y mientras tanto el viejo maestro continuó sirviendo té en su taza hasta que el líquido caliente se derramó por la mesa y acabó cayendo en el regazo del estudiante.
-¿Qué haces, viejo tonto?- gruñó, levantándose de la silla-.
Estás vertiendo el té por todas partes. ¿No ves que mi taza ya está llena?

El sabio dejó de servir té con gesto pausado y miró al estudiante
-Su mente, señor, es muy parecida a esta taza de té. Me temo que ya está demasiado llena para que yo pueda aportar algo más. De lo contrario, acabará desbordándose y se derramará por todas partes.


Anónimo - Extraído del libro Cuentos Taoístas, La Sabiduría de los Maestros Taoístas - Solala Towler

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