domingo, 17 de abril de 2016

El Sermón de la Montaña




Esta maravilla es la primera cosa que conocí de Jesús... por el viejo Simón. 

Me dijo: si pones en práctica esto, seguramente tu vida será un poquito mejor.

Mira las aves del cielo, no siembran, ni ciegan, ni recogen en graneros, pero Dios las alimenta. Aprende de ellas, no sirve tu inteligencia, porque ni un solo metro agregará a tu existencia. 
Esto lo confirmó Borges. A los setenta y pico de años escribió un hermoso poema, que yo no quisiera escribir a los setenta y pico de años. Un poema que decía en su principio “he cometido el peor de todos los pecados, no fui feliz. Me persigue implacable la sombra de haber sido un desdichado”

Decía Jesús que: “no interesan los trapos, mira los lirios del campo como crecen sin trabajar ni tejer, pero Dios igual los viste. Ni siquiera Salomón lució jamás como ellos, pues si a la hierba del campo que hoy es y mañana se echa al fuego el Señor la pinta bella, qué no habrá de hacer contigo, amigo de poca fe, que fuiste hecho a semejanza de él.
Por eso te digo: no te preocupes pensando qué es lo que vas a comer, con qué te vas a vestir, que por cosas tan pequeñas el hombre se hace infeliz. Porque el Señor sabe bien qué necesita tu piel, anda con Él, vamos con Él... anda con Él, vamos con Él.

Buscar a Dios es encontrarse con uno, si tienes fe moverás al mundo, lo demás viene después. Al pan lo trae la verdad y a todas las cosas que necesitas; el mañana no interesa, el traerá nueva experiencia; a cada día le basta con su propio afán, decía Jesús, y dos mil años después comenzaba la fiesta de mi vida.

Conmocionado por el Sermón escribí mi primer canción, una canción de cuna para un hijo que nunca tuve.

Yo le hubiese dicho:


No crezca mi niño, no crezca jamás, 
los grandes al mundo le hacen mucho mal. 
El hombre ambiciona cada día más, 
y pierde el camino por querer volar.
Vuele bajo porque abajo está la verdad. 
Esto es algo que los hombres no aprenden jamás.
Por correr el hombre no puede pensar,
que ni el mismo sabe para dónde va.
Siga siendo niño y en paz dormirá,
sin guerras ni máquinas de calcular.
Vuele bajo porque abajo está la verdad.
Esto es algo que los hombres no aprenden jamás.


Diógenes, cada vez que pasaba por el mercado, se reía, porque decía que le causaba mucha gracia, y a la vez, le hacía muy feliz, ver cuántas cosas había en el mercado que él no necesitaba. Es decir, que rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita. Es decir, mano ocupada, mano perdida. Es decir, el conquistador por cuidar su conquista, se transforma en esclavo de lo que conquistó.


Dios quiera que el hombre pudiera volver
a ser niño un día, para comprender
que está equivocado si piensa encontrar
con una chequera la felicidad.
Vuele bajo porque abajo está la verdad.
Esto es algo que los hombres no aprenden jamás.
Vuele bajo porque abajo está la verdad.
Esto es algo que los hombres no aprenden jamás.

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos será el reino de los cielos, que si se me permite, y de esto doy fe, incluye a la tierra, aunque los hombres... no aprenden jamás.


Facundo Cabral


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