domingo, 9 de noviembre de 2014

Juicio Final




¿Qué sería de nosotros si existiera de veras el “Juicio Final”? No el “Juicio Final” como me lo contaron en el catecismo cuando yo era chico, no, no ese, sino el juicio final que la especie humana merece, un juicio final con un tribunal de jueces con patas, con ramas, con picos, un “Tribunal de la Naturaleza” con hojas, con raíces; que nos acusen con sus ramas, con sus patas, con sus picos, diciendo:

–¿Pero en qué supermercado se compraron el mundo ustedes los humanos?

–¿Pero qué se creen que es esto?

–¿Qué dios o diablo les otorgó a ustedes el derecho de maltratarnos, el derecho de asesinarnos, de herirnos, de despreciarnos?

–Y, sobre todo, el título de propiedad del planeta, ¿quién se los dio?


Eduardo Galeano.



Muchas preguntas juntas para un juicio "final", pero que, con algo de atrevimiento, me animo a contestar, a fin de cuentas puede ser que me toque a mi responderlas, quién puede saberlo? 
Creo que la respuesta principal es la de la ante última pregunta:

"¿Qué dios o diablo les otorgó a ustedes el derecho de...", nadie, solo lo tomamos, estaba ahí para eso, para ser tomado y así lo hicimos. Por alguna deformación del pensamiento (deformación que no carece de sentido) quien hace la pregunta supone que algún dios o diablo puede darte o quitarte esta prerrogativa y, encima, supone que no somos parte de esa naturaleza que, indignada, nos iniciaría un sumarísimo juicio final. A nosotros, sus pares!! No, de ninguna manera son así las cosas. En el arreglo (a algunos no les gusta la palabra "plan") que tenía previsto la naturaleza, curiosamente, estábamos nosotros, si, y con esa manera de actuar y tomar acciones que tan fácilmente es dable juzgar por los supuestos defensores de una naturaleza a la que, de un plumazo, le quitan una de sus creaciones, nosotros. Lamento tener que responder a quienes me preguntan, les recuerdo que estamos en el juicio, que ese derecho ya estaba ahí para ser tomado y que lo único que hicimos fue seguir el camino marcado. De una semilla de roble no puede brotar un sauce. Todo lo que sucede y sucederá, incluso el supuesto juicio, ya estaba previsto y no se sale un milímetro de lo posible dentro de esa naturaleza que es a la vez juez y víctima...


2 comentarios:

  1. Ufa!!! a esto lo comparto sí o sí. Ni permiso te pido jajjaajaj

    ResponderEliminar
  2. jaja, adelante. Ya sabemos que el permiso no es necesario. Un abrazo

    ResponderEliminar

Los Napoleones del fin de semana

  Hay un brillo inquietante en sus ojos cuando acuden cada sábado a la cita. Llegan uno tras otro, casi furtivamente, con sus cajas y reglam...