jueves, 15 de noviembre de 2012

El Arte de la Inmortalidad



En otro tiempo hubo un hombre que decía poseer el conocimiento del dao de la inmortalidad. El soberano de Yan envió un mensajero para invitarlo. El mensajero no fue demasiado rápido y cuando llegó el hombre había muerto. El soberano, enojado con el mensajero, se disponía a ordenar su ejecución. Por suerte, uno de sus ministros le advirtió "Lo que más preocupa al hombre es la muerte y no hay cosa que más valore que la vida. ¿Cómo iba aquel hombre a poder conseguir la inmortalidad para vos, si él mismo perdió su vida?" Al oír esto, el soberano no ejecutó al mensajero.
Qui zi, otro que deseaba aprender el dao de la inmortalidad, cuando supo la muerte de aquel hombre, se golpeó el pecho lleno de rabia. Fu zi al enterarse le dijo con sorna: "Lo que tú querías aprender era cómo alcanzar la inmortalidad. Ese hombre ha muerto y tú te lamentas. Eso es no saber lo que querías aprender."

Hu zi dijo: "Lo que dice Fu zi no es cierto. Hay personas que aunque poseen un método no pueden ponerlo en práctica, y también hay quien podría ponerlo en práctica, pero carece de él. En Wei vivía un hombre muy experto en cálculo. A punto de morir comunicó a su hijo el secreto de su técnica. El hijo, aunque recordaba las palabras de su padre, no era capaz de aplicarlas correctamente. Otra persona le preguntó por aquella técnica y el hijo le descubríó lo que su padre le había dicho. Y este otro, empleando lo que le había referido, puso en práctica aquella técnica de forma tal que no iba a la zaga del padre. De modo que ¿por qué el fallecido no iba a poder explicar el método de conservar la vida?".



Lie Zi, El libro de la perfecta vacuidad, "Shuo Fu: descifrar el mensaje", Cap. 28.


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